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sábado 20 de abril del 2024

#ElPuenteSaludable: plan de alimentación, la mejor manera de «cuidarse» sin dietas

Las dietas no funcionan ya que, si fuese así, no existirían tantas. Es lo que afirma la doctora Mónica Katz especialista en Nutrición. El método ‘No Dieta‘ surge del eterno fracaso de estos regímenes. “Está comprobado científicamente que las dietas que prohíben todo, no funcionan”, afirma. De esta manera, podemos llevar a cabo un plan de alimentación con adquisición de hábitos saludables que perduren para toda la vida y generen educación nutricional sin la necesidad de prohibir o restringir aquellos alimentos que nos gustan o se consideran ‘menos saludables’.

La pregunta es, ¿se puede comer ‘de todo’? Sí, una persona sana puede comer cualquier tipo de alimento en las porciones, proporciones y frecuencias que sus requerimientos nutricionales admiten, que no es lo mismo que ‘comerse todo’. Y, a estas necesidades, las evalúa y planifica un profesional de la Nutrición.

Entonces, cabe destacar las diferencias entre una dieta y un plan de alimentación recalcando la importancia de cuatro leyes, creadas por el pionero de la Nutrición en Argentina, el Dr. Pablo Escudero, que hoy son aceptadas y difundidas mundialmente:

Ley de la cantidad: la cantidad de la alimentación debe ser suficiente para cubrir las exigencias calóricas del organismo y mantener el equilibrio de su balance (lo que se ingiere y lo que se gasta). Si se falla a esta ley, el plan será insuficiente o excesivo.

Ley de la calidad: la alimentación de un individuo debe ser completa en su composición (aportar todos los macro y micronutrientes) para ofrecer al organismo todas las sustancias que lo integran.

Ley de la armonía: las cantidades de estas sustancias aportadas deben guardar relación de proporcionalidad entre sí para que cada una pueda cumplir correctamente su función.

Ley de la adecuación: la finalidad de la alimentación debe adecuarse y adaptarse al organismo respetando las necesidades y particularidades individuales: cultura, estilo de vida, hábitos, gustos y preferencias, cuestiones socioeconómicas, entre otros factores.

Con fines terapéuticos, podrá faltarse a algunas de las tres primeras leyes pero, en ningún caso, a la ley de adecuación. Y una ‘dieta’ impuesta es la primera que deja de lado: pretende que la persona se adapte a un régimen determinado y no que este se acomode a cada uno.