«Fue en marzo del 2000, fui a ver un partido de Primera local en Newell’s y vi a un enano que hacía las mismas cosas que hace ahora», contó Fabián Soldini, el representante que llevó a Lionel Messi al Barcelona. «Pensamos que solamente íbamos a disfrutar 15 o 20 días en la ciudad», agregó el agente y vaya si se equivocaron en aquel entonces cuando amanecía este siglo.
El pequeño Leo, que precisaba todavía costear su tratamiento hormonal, necesitaba además otro empujoncito para asegurarse su estadía en el club culé y allí apareció en escena Josep Minguella. «Era uno de los mejores representantes del mercado europeo y ese era el contacto. Por medio de él, mi socio viaja y les dice que si no tiene una respuesta inmediata del Barcelona, íbamos a buscar por otro lado», remarcó.
Soldini estuvo una década distanciado del mejor jugador del mundo y cuando tuvo la oportunidad de reencontrarse, contó el trasfondo de cómo golpeó a la Pulga la final perdida contra Alemania: «Me volví a reunir con Leo en 2015 tras diez años, y ahí me dijo pese a que había pasado un año del Mundial (Brasil 2014) y todavía no podía dormir».
Para el representante que pasó con Leo los primeros cinco años de su periplo por Cataluña, es difícil que Argentina sea campeón en Rusia y lo explicó: «El problema organizativo que tenemos como país, hace que nos saquen mucha ventaja países como Alemania, España, Inglaterra o Francia. Si Leo hubiese estado en la selección española, tendría tres mundiales».