Por Tatiana Pace
Atrás quedaron los brindis en vísperas de cada fiesta. Las reuniones entre familiares y amigos que aumentaban en marco de los festejos de Navidad y Año Nuevo. En cada encuentro, la gente se saludaba con la expresión ¡Felices fiestas! Pero… ¿Qué son las fiestas? ¿Habrán sido para todos felices? Entre las páginas de algún diccionario, el concepto “fiesta” es acompañado por adjetivos como “diversión”, “alegría” y “cariño”. Sin embargo, muchas personas no compartieron las mismas sensaciones días atrás. Entre ellos, se encuentran los miembros de la asociación “Padres y Abuelos por los Niños separados de su familia” (Payab). Desde hace siete años, las celebraciones para algunos de sus integrantes ya no son las mismas.
Mientras corría el año 2011, entre sesiones de terapias, Fernando intentaba sobrellevar una crisis de pareja. Un día, delante de él, las palabras “tenencia compartida” aparecieron en un cartel. Al principio, el letrero pasó un poco desapercibido, pero días más tarde apuntó los datos que contenía y se contactó con la asociación que fomentaba esta modalidad. Fernando se integró a la organización, cuya sede estaba en Buenos Aires, porque, en su interior, sabía que iba a perder el contacto con su hija luego de la separación con su pareja. El presentimiento se cumplió, ya que, tiempo más tarde, la niña y su mamá se mudaron a una provincia vecina. La realidad hizo que el joven papá comience a interesarse más sobre el tema y decidió, entonces, formar algo en Rosario pero con una óptica particular. Así nació Payab, buscando un lugar donde, además de formar un grupo de ayuda mutua, se promuevan cambios sociales y legislativos.
Accionando sin fines de lucro para dar prioridad a la independencia y evitar cualquier tipo de negocios, Fernando y su asociación orientan a sus integrantes a una “paternidad responsable”, aún con las trabas que se interponen en su camino. Las hay a nivel legal, profesional y social, pero hay una que cuesta y mucho desterrarla: los prejuicios son el principal obstáculo contra el que este grupo lucha todavía. En numerosas ocasiones, se los asocia sin fundamentos con características que van desde la violencia hasta la pedofilia, para alejarlos así sus hijos.
Tras una separación, explica Fernando, cada papá sobrelleva el proceso como puede. Se genera un destierro del hogar, de la pareja, hasta incluso de otros aspectos, como el económico, imposibilitando el progreso en ocasiones. Pero sobre todo, “se produce un desmoronamiento emocional muy grande, porque hay un desarraigo con unas personitas, que son la que más aman en su vida, sus hijos”. El egoísmo, sostiene, impide el entendimiento de las partes y opaca los sentimientos y necesidades de los hijos. Desde la organización rosarina, señalan que lo ilógico de la situación es que los problemas surgen no por cuestiones económicas, sino cuando uno de los padres demuestra interés por sus hijos, queriendo ser parte del crecimiento y la crianza. Entre injusticia y distancia, los padres intentan darles una explicación a sus hijos pero la situación se entorpece bastante. Los niños, explican, son inteligentes y perciben los conflictos, pero al ser son vulnerables por las situaciones que los rodean, pueden ser influenciados por alguna de las partes para perjudicar a la otra.
En una época del año donde la reflexión y los sentimientos pesan más que nunca, los papás que piensan “tendría que estar en una fiesta y la estoy pasando mal”. Sin embargo se hacen lugar para el optimismo. A pesar de reconocer el tiempo perdido con sus hijos, desean la “oportunidad de vivir en adelante lo que se viene”, haciéndoles sentir cómodos a pesar de las diferencias entre sus padres. En medio de tantas diferencias, ellos aprendieron a valorar la calidad del tiempo por sobre la cantidad. Aprendiendo mucho de la vida hasta “festejar un cumpleaños un día que no es o dentro de un tribunal”. “Tenemos una ventaja, el poco tiempo que tenemos con nuestros hijos es exclusivo y tratamos de que sea de calidad”, aprovechando las horas que comparten para inculcarles cosas fundamentales de la vida, como valores humanos.
Con esperanza, estos papás sostienen que “consciencia” es lo que falta para que este flagelo pueda cambiar. “El padre puede ser padre y madre, y la madre, padre y madre”. Hasta que la perspectiva no cambie, probablemente la situación continúe igual. “Si tu relación no funcionó, tu hijo no tiene la culpa” sostienen y relacionan que la empatía es un sentimiento necesario para que, entendiendo los derechos del niño, se logre un acuerdo justo para todas las partes.
Desde adentro: ser miembro de Pa.Y.Ab
Lucas es un joven papá que durante varios meses visitó a sus hijas en Tribunales mientras atravesaba un proceso de separación. Entre asistentes sociales, psiquiatras infantiles y psicólogas aprovechaba, de igual manera, los pocos minutos que se reunía con las pequeñas. A pesar de que el momento parece ser frío y terrible, él confiesa que se sentía contenido pero que todo comenzaba a derrumbarse cuando se iban las pequeñas porque ya “no tenía un beso, un abrazo, un cariño” como lo era antes. Ante su desolación, Lucas comenzó a buscar en Internet sobre el tema hasta que se topó con el contacto de Fernando, quien está al frente de Payab y así empezó a formar parte de esta agrupación que se reúne quincenalmente.
“Cuando atravesás una situación de este estilo sentís que sos el único y que tu vida es un desastre”, se sincera Lucas y cuenta lo mucho que lo ayuda la organización de papás. Al compartir problemas similares, el grupo se siente más contenido generando así más calma. “Uno empieza a tratar de ayudar al otro, en vez de estar concentrado en su problema”, lo que permite relajarse y comenzar a ver el tema desde otra perspectiva, complementa el miembro de Payab.
Con otro enfoque: las perspectivas en género también en debate
Las diferencias de género tampoco son ajenas en este terreno. En esta sociedad, “se pretende una igualdad que es mentirosa”, creen desde la organización. Desde su punto de vista falta crecer y para ello hay “involucrarse”, asumiendo como grupo que intentan cambiar su actitud, tendiendo a ser más participativa en cuestiones de paternidad. Las desigualdades se ven reflejadas, en su mayoría, en términos judiciales. A raíz de esto, mucho son los derechos y garantías que se ven vulnerados, no solo de los padres, sino de lo más importante, de los niños.
Este grupo de padres y abuelo se preparan diariamente para luchar por los más pequeños de su familia. “Si vos no estás capacitado te pasan por arriba, y aún así te pasan por arriba igual”, pronuncian con resignación. La manipulación invade cada rincón, generando un gran temor. Muchos de estos papás lidian hasta con denuncias de abusos que son falsas. De acuerdo a estadísticas estudiadas por la agrupación, dos tercios de este tipo de acusaciones en contexto de divorcios no son verdaderas. Desde Payab, respetan la gran difusión que hay con respecto a la protección de la mujer, pero con dolor expresan que en ocasiones tergiversan este derecho y “violan otras garantías constitucionales”.