Por Tatiana Pace
La situación de Santa Fe es muy distinta a la de un año atrás. Varios departamentos como General Obligado al norte, General López al sur o la localidad vecina de Arroyo Seco, se recuperaban, en 2017, de las inundaciones que habían afectado, principalmente, las zonas rurales. En algunos lugares, el fenómeno se había caracterizado como histórico. Doce meses después el territorio santafesino busca soluciones a lo opuesto e invoca lo temido hace un año: las lluvias.
La preocupación por la sequía crece desde diciembre. De acuerdo con la Bolsa de Comercio, será la más importante en los últimos 70 años y desde algunos sectores políticos ruegan al gobernador, Miguel Ángel Lifschitz, declarar con carácter urgente la emergencia por la sequía en la provincia. La caída de producción en la zona núcleo de casi 4 millones de toneladas respecto a la campaña anterior y la decadencia en la producción de vacas en ordeñe son algunas de las consecuencias de esta situación.
Algunos buscan encontrar la solución en la típica frase “el clima está loco”, pero la principal causa se encuentra lejos y su nombre denota inocencia. Ignacio Amorin, especialista del Servicio Meteorológico Nacional, explicó que el “Fenómeno de la Niña” es el gran responsable de las sequías que afecta hace meses a la provincia de Santa Fe y adelantó que probablemente durante el otoño las condiciones sigan de manera similar.
Mucho se oyó sobre esta niña pero poco es lo que se sabe con exactitud. En palabras de Amorin, el fenómeno nace en la “Región Niño 3.4”, que es precisamente en el océano pacífico ecuatorial, lejos de Argentina y lejos de Ecuador. Si, así de lejos pero repercute igual en gran medida. ¿Por qué? Porque la atmósfera y los océanos están en continúo intercambio de calores, humedad y otros factores y por ende, lo que pasa en el mar influye en la atmósfera y viceversa.
Lo que sucede es que en dicha zona, durante por lo menos seis meses consecutivos, las temperaturas superficiales de las primeras capaz del mar persisten por debajo de lo normal en -0,5 grados centígrados de anomalía. Esto que puede pasar desapercibido, “tiene una gran importancia porque justamente se comprobó que si las temperaturas del océano están más calientes o frías, tiene un impacto en la circulación del aire de toda la atmósfera en el planeta”.
El meteorólogo explicó que en 2017 tuvo lugar una neutralidad del fenómeno, por lo que el mar estaba más frío de lo normal hasta diciembre. De esa fecha en adelante se cumplió el criterio de los meses y en enero, febrero y marzo ocurrió la Niña. Niña que fue débil porque sus temperaturas no superaban los -0,5º C y tardía, porque es raro que comience a fines de año. Generalmente, se da en invierno o a inicios de la primavera. No en verano, como en esta ocasión.
Así como hay niña, hay niño y es importante pronosticarlos ya que, si hay Fenómeno del Niño es probable que en la zona del litoral haya muchas precipitaciones. Por el contrario, si hay niña, habrá lluvias o sequías. Esta es la razón que durante estos meses hubo «escasez de precipitaciones en toda la región pampeana y mesopotámica, durante diciembre, enero y febrero».
Según adelantó López Amorin, la buena noticia es que probablemente la niña no este mas a partir del mes que viene, pero la mala es que el promedio de precipitaciones continúe siendo inferior en el próximo trimestre en toda la región pampeana. El alivio llegaría en el invierno, buscando una tendencia a normalizarse, de acuerdo con el meteorólogo.