La licenciada en Nutrición Agustina Murcho, especialista en Trastornos alimentarios afirma que “el estrés crónico es el estrés prolongado en el tiempo”.
“Puede darse por un trabajo, la pandemia, una enfermedad crónica, problemas familiares de larga data, económicos, traumas, etc”.
“Si no se se trata puede generar complicaciones como diabetes, hipertensión, aumento de peso, alteraciones del sueño, caída de pelo, cambios de humor, dolores de cabeza, ataques de pánico, pérdida de memoria, enfermedades autoinmunes generado por el cortisol que está permanente elevado”.
El estrés crónico y la comida
La comida cumple un efecto de tranquilidad momentánea y nos genera placer.
El estrés crónico también:
- Aumenta la ingesta porque el cuerpo no responde como debería a la leptina (hormona de la saciedad).
- Los altos niveles de cortisol generan la liberación del NPY en el cerebro (es una sustancia que genera hambre) e inhibe a las neuronas anorexigenas, las que generan saciedad.
- Se elevan los niveles de ghrelina (hormona del apetito), que justamente es la que estimula también al NPY en el cerebro.
- La presencia crónica de cortisol estimula la acumulación de tejido graso en la zona abdominal ya que ahí hay muchísimos receptores para glucocorticoides.
Hábitos que ayudan a combatirlo
Actividad física: libera las endorfinas que hacen sentir bien y otros químicos neurales naturales que aumentan la sensación de bienestar.
Dieta saludable: que integre frutas, verduras y cereales integrales variados.
Meditar: puede transmitir una sensación de calma, paz y equilibrio que puede beneficiar tanto el bienestar emocional como la salud general.
Contacto social: es un buen calmante para el estrés porque puede ofrecer distracción, brindar apoyo y ayudar a tolerar los altibajos de la vida.
Buscar ayuda profesional: los terapeutas pueden ayudar a identificar las fuentes de estrés y aprender nuevos medios para afrontar situaciones difíciles.
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