19°
viernes 19 de abril del 2024

El día que la barra de Independiente ingresó al despacho de Javier Cantero

El 3 de mayo de 2012, a tan solo un semestre de haber asumido, el presidente del Rojo acorralado por las urgencias deportivas y económicas, recibió una inesperada y multitudinaria visita en medio de su lucha contra los violentos.

Pasaron siete años, cinco meses y cinco días de aquella inesperada visita a la oficina presidencial de Independiente, ubicada en la sede de Avenida Mitre. Javier Cantero, el ex presidente, hoy expulsado como socio de la entidad de Avellaneda, llevaba solo un semestre en el cargo, con la clara promesa de desterrar a los violentos del club y defender así los derechos de los socios.

A la vez que tenía que afrontar con urgencia otros dos frentes: lo deportivo y lo económico. Es que los problemas de esas índoles eran moneda corriente por ese lado de Avellaneda. El promedio preocupaba -se había ido Ramón Díaz y se firmó la llegada de Cristian Díaz- y además no había fondos para pagar los sueldos y aguinaldos de los empleados y los jugadores. Uno de los objetivos era reducir el déficit mensual. Para colmo, la gestión anterior se había gastado de manera anticipada los ingresos de las publicidades y la de los derechos televisivos, según le consignó el propio Cantero.

Justo esa misma tarde, la del jueves 3 de mayo de 2012, un extraño y multitudinario plan, liderado por Pablo Bebote Álvarez, provocaría un antes y un después en la gestión de Cantero, quien estaba en contacto con distintos empresarios para intentar acordar nuevos contratos de publicidad y estática para el estadio, con el fin de levantar el sistema financiero del club.

Pero pronto sonó el teléfono del despacho. Era su secretaria y encendió la alarma. «Los barras están en la puerta de tu despacho«, le dijo. A lo que el entonces mandamás del Rojo, que venía de tener varias discusiones previas con la barra brava por el manejo de las banderas, respondió: «Decíles que no los voy a recibir«. Pero a esa altura ya no había marcha atrás. «Van a entrar y no los puedo parar«, le advirtió antes de cortar la comunicación.

La secretaria le advierte a Cantero por segunda vez -la anterior había sido por teléfono- de la presencia de los barras en la fachada de su despacho. El presidente estaba de espaldas a la puerta, por lo que decidió pegar la vuelta y recibirlos de frente.

Cantero: “A ella le dije que se vaya tranquila porque se sentía culpable de no poder frenarlos. Pobre mujer, qué iba a hacer, estaba ahí sola. Yo estaba muy nervioso, no podía digitar el celular. Le mandé un mensaje al titular de Coprosede, Rubén Pérez, en forma de telegrama: `Estoy solo, necesito policía`. Ese día, la policía que tenía que estar en la sede, no lo estaba. Fue sospechoso«.

Descripción [14:24:03]: Bebote y el resto de la barra de Independiente irrumpen en el despacho. También ingresa la seguridad privada del club y el nene. El líder se sienta a la derecha de Cantero y a su espalda se ubica Loquillo. Una tercera persona, que jugaría un papel importante en la próxima escena, se sienta a la izquierda del presidente, justo en la silla que habían dejado libre. Segundos después, el mandamás del Rojo -había solicitado previamente que dejaran pasar al abogado del club- protagoniza un fuerte cruce verbal con a quien apodan «Zombie», que se retira de la oficina y baja por las escaleras.

Cantero: «Quedé desguarnecido. Lo que me dijo mi secretaria fue que todos se habían ido al estadio por un control. Cuando la barra entra y traba la puerta desde adentro, ella se puso a llorar porque pensó que me iba a pasar algo malo. Sin embargo, cuando ingresó el abogado, me sentí un poco protegido porque por lo menos había un testigo. Él no participó, pero su presencia me tranquilizó”. 

Descripción [14:26:08]: Comienza la discusión entre Cantero y Bebote y con el correr de los minutos aumenta la tensión, mientras tres personas se quedan de campana en la puerta de la sede.

Cantero: «Además del tema de las banderas, Bebote me pedía entradas y plata para los viajes. La discusión fue fuerte, le dije que era un cagador hijo de p… . Él me contaba que cuidaba a los hinchas cada vez que el equipo jugaba de visitante. Los otros que estaban en la mesa me mostraban sus carnets de socios y reprochaban mi forma de dirigirme hacia ellos. Recuerdo que Zombie iba y venía, era uno de los que hacía de campana«.