Por Silvana Savoini, sexóloga.
Las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han revolucionado el modo de establecer, sostener y terminar los vínculos sexo-afectivos. El entramado social mediado por la tecnología constituye una nueva plataforma de lazos sociales sobre la cual se configuran simultáneamente diversos escenarios.
Aplicaciones como WhatsApp, Happn y Tinder; problemáticas como grooming y ciberbulling, prácticas como el sexting, y acciones como viralizar, stalkear, clavar el visto, bloquear, tuitear, compartir, dar me gusta, mantener fueguitos, hacer screenshot, agregar, desbloquear, eliminar. Palabras como selfie, biografía, muro, estado, son algunos de los términos creados o resignificados para nominar los elementos y las pautas de funcionamiento de este nuevo entramado social. En estas formas de relacionarse, los ritos, los tiempos, y los modos son absolutamente diversos a lo que conocíamos. La amistad, la sexualidad, los amores e incluso los lazos familiares, se desarrollan bajo otros códigos.
Si lo pensamos en clave intergeneracional, las nuevas tecnologías de la comunicación son algo más resistidas por la generación de los BabyBoomers (nacidos entre 1945 y 1964, hoy tienen entre 53 y 72 años), exploradas como extranjeros digitales por la Generación X (1965 a 1985, hoy tienen entre 32 y 52 años de edad), las nuevas tecnologías de comunicación definen a los Millennials (1982 a 1994, hoy tienen entre 23 y 35 años) como la generación que ya no recuerda cómo era el mundo sin Internet. Pero los auténticos nativos digitales son la Generación Z (1995 en adelante, hoy son menores de 22 años), autodidactas, con mejores amigos virtuales, con un promedio de uso de una aplicación de menos de ocho segundos y más de cuatro pantallas para atender, abandonan la extimidad de Facebook para buscar privacidad con Snapchat.
Lo cierto es que las TIC han modificado:
- El modo en que se establecen los vínculos: la manera de conocer personas y de establecer un primer contacto ha cambiado. En muchos casos, las aplicaciones para citas y encuentros, o las mismas redes sociales, son las responsables de las felices (o no) coincidencias entre personas que buscan conocerse.
- El modo en que se sostienen los lazos sociales: las amistades, las relaciones laborales, familiares, y tanto más los vínculos de pareja (ocasional o estables) se sostienen con formas de comunicación mediadas por las tecnologías. Para bien y para mal, las aplicaciones y redes sociales constituyen la nueva forma de estar conectados, y en muchos casos hiper-conectados, con los perjuicios que a veces acarrea especialmente en las parejas, en las cuales el exceso de controles virtuales y el malentendido del lenguaje escrito están a la orden del día como fuentes de conflicto.
- El modo en que finalizan las relaciones: antes de la existencia de Internet, cuando terminábamos una relación sexo afectiva, no teníamos más noticias de aquella persona excepto que integrara un mismo grupo de pertenencia. Entonces poner distancia era una tarea sencilla que facilitaba el olvido, o mejor dicho, la elaboración del duelo por la pérdida de la persona amada y de ese proyecto de pareja. Pero actualmente nos encontramos ante un fenómeno que podríamos denominar “Hipermnesia digital”, refiriéndonos a la hiper-presencia de recuerdos a través de medios digitales, que entorpecen o dificultan el proceso de elaboración de esa pérdida.
Esta hipermnesia la vivenciamos cada vez que Facebook nos muestra los recuerdos de “un día como hoy…” generando una involuntaria efemérides autobiográfica que irrumpe en medio de nuestra jornada, a veces con un fuerte impacto emocional que hay que remontar estoicamente si estamos trabajando, estudiando o desarrollando cualquier actividad cotidiana poco propicia para rememoraciones significativas.
Las fotos que nos recuerdan lo compartido, las publicaciones que nos muestran las nuevas relaciones de una ex pareja, las aplicaciones que nos permiten inferir incluso hasta qué hora la persona estuvo despierta, la frustración del “bloqueo”, la ansiedad del mensaje con el “clavó el visto” pero sin respuesta, estando online!! Son algunas de las fuentes de angustia y ansiedad de los tiempos actuales.
El nuevo paradigma de la privacidad en la era digital es el “Derecho al olvido” que en distintos países se viene analizando su regulación legal. Esta iniciativa a nivel internacional comenzó a partir del derecho a que sean eliminados antecedentes financieros de la persona, pero poco a poco deberá ser un tema de reflexión incluso en la vida personal.
Samuel D. Warren y Louis D. Brandeis (1980) definieron la privacidad como “derecho a que te dejen en paz o el derecho al olvido” se ha descrito como el más completo de los derechos y el más valorado por los hombres civilizados.
En Argentina, en 2016 desde el Ministerio de Modernización se organizó la primer reunión para debatir sobre el Derecho al olvido en Internet. Será un largo camino institucional pero en lo personal, cada uno de nosotros puede intentar regular ese impacto, en la medida de lo virtualmente posible, y si logramos identificar a tiempo esta problemática y sus efectos.