Dos de cada tres niños en Argentina no comen una comida diaria o son pobres
El aumento de precios, la inflación y la situación económica del país repercuten directamente en la primera infancia. Dos de cada tres niños en Argentina no comen una comida diaria o son pobres. Dejaron de consumir el desayuno, almuerzo, merienda o cena por falta de dinero, una situación que también afecta a 3 millones de adultos.
Un informe reciente de UNICEF demuestra que la insuficiencia en los ingresos generó una reducción del 67% en el consumo de carne y del 40% en la ingesta de frutas, verduras y lácteos. Al 16 de enero de 2024, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) indicó que el valor de la canasta básica es de $495.798,32. Esa es la cantidad de dinero que necesitó una familia de cuatro personas para no ser pobre.
La ausencia de una alimentación saludable provoca consecuencias irreversibles para la primera infancia. Es una situación que se repite en todo el continente y el mundo. La agencia Antártica Press viajó a Kenia para conocer la historia de mujeres que viven en la pobreza y que, además, sufieron la mutilación genital. Muchas de ellas atravesaron la violencia económica y migraron a otros países para poder salvar a sus hijas.
En su informe especial de mutilación genital sostienen que la religión, la tradición, la pobreza, la falta de dinero y la mutilación genital están vinculadas. “Así como para las familias el matrimonio arreglado es un ingreso de dinero, la mutilación genital femenina lo es para las mujeres que se dedican a realizar la práctica”, señalaron. Las niñas cortadas y vírgenes valen más que aquellas que no lo están.
Sin la alimentación básica
Muchas familias no pueden cubrir la canasta básica que incluye el costo mensual para adquirir los bienes y servicios para el desarrollo de los niños. Desde UNICEF remarcan que la inestabilidad laboral y la insuficiencia en los ingresos son los principales determinantes de esta situación. “Uno de cada tres hogares no puede cubrir sus gastos corrientes y el 50% no puede solventar los gastos escolares, entre ellos la compra de libros y útiles”, agregan.
No solo es la comida y educación, la falta de dinero también repercute en la salud. Uno de cada cuatro hogares dejó de ir al médico o al odontólogo, y casi un 20% suspendió la compra de medicamentos. Son cifras que duelen y que también condicionan a los jubilados. No les alcanza la plata ni para comprar un remedio. Por este motivo, un 30% de las personas tuvieron que recurrir a ahorros o al pedido de dinero a familiares.
El 20% de los hogares se endeudó, pidió créditos bancarios o apeló a prestamistas informales. Al mismo tiempo, muchas familias dejaron de consumir algunos alimentos esenciales, otros optaron por las segundas y terceras marcas. “El tipo de empleo marca la diferencia”, explicó Sebastián Waisgrais, especialista en inclusión de UNICEF Argentina.
Asimismo, UNICEF señala que nueve de cada diez chicos en situación de pobreza monetaria viven en familias en las que el papá y/o la mamá trabaja. Eso refleja que el empleo, sin tomar en cuenta su calidad, no permite salir automáticamente de la pobreza. “El 76% de estas chicas y chicos pobres viven en hogares donde los adultos tienen trabajos informales o relaciones laborales precarias”, remarcaron.
La pobreza en niños que viven con personas que trabajan en relación de dependencia disminuye al 32%, y aumenta al 60% cuando residen con adultos ocupados en la informalidad. Además, creció la pobreza en los barrios populares como así también la creación de asentamientos o terrenos tomados ante la dificultad de pagar un alquiler o comprar una casa propia.
Dentro de los barrios populares, la pobreza “se caracteriza por su persistencia, su reproducción en el tiempo y que está asociada a la falta de acceso a derechos y servicios básicos fundamentales como las condiciones de la vivienda, el hábitat, salud, educación”, sostiene el informe de UNICEF.
Desnutrición infantil en la población indígena
Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), tanto en Argentina, Brasil, Chile y Jamaica el porcentaje de desnutrición infantil está por debajo del 2,5%. En nuestro país, la desnutrición está concentrada en el noroeste, noreste y en Neuquén y Río Negro. La prevalencia de niños desnutridos en Argentina está relacionada con la indigencia, que oscila en el 8,8%.
En Argentina, la desnutrición infantil está focalizada en la población indígena, incluso los menores de cinco años que viven en comunidades tienen el doble de posibilidades de padecer problemas de malnutrición. La continuidad de las tradiciones, costumbres y creencias afectan directamente a la salud de los niños. Por ese motivo sigue vigente la mutilación genital femenina en 92 países y en nenas desde que nacen hasta los 15 años.