Trump, muy presionado desde entonces por sus tibias palabras iniciales, ha añadido que «condena en los más duros términos esta indignante exhibición de odio, intolerancia y violencia».
La demora de su expresión sobre el tema, ha provocado que varios centenares de manifestantes marchasen frente a la Trump Tower para denunciar la primera visita del presidente a su apartamento tríplex de Manhattan desde su investidura.
En medio de un tráfico caótico debido al cierre de varias calles del centro de Manhattan y con decenas de policías en alerta, los manifestantes se agolpaban en las veredas y cantaban: «¡Trump el racista debe irse!»; «¡No a Trump, no al KKK (Ku Klux Klan), no a un Estados Unidos fascista!».
El presidente estadounidense había hecho referencia el sábado por la noche a «la indignante muestra de odio, intolerancia y violencia» que, según apostilló, proviene de «muchos lados». Pero no dijo nada de los supremacistas blancos ni de los neonazis ni hizo referencia alguna al coche que el sábado arrolló a manifestantes y que acabó con la vida de Heather Heyer, de 32 años, e hirió a 19 personas.
Poco antes de la intervención de Trump, la ONU había condenado los sucesos de Virginia asegurando que «no hay lugar en nuestras sociedades para el racismo violento, el antisemitismo, la xenofobia y la discriminación que hemos visto en Charlottesville». «Estamos contra el racismo y la intolerancia» ha dicho el portavoz de Naciones Unidas Farhan Haq, informa Reuters.