La mayoría de las enfermedades renales no se manifiestan o no presentan síntomas hasta muy avanzada su situación, lo que disminuye las chances de recuperación.
Por eso la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN) comparte las claves para el cuidado de la salud renal en 10 simples pasos, para ayudar en la prevención de las enfermedades renales y cuidar el buen funcionamiento de los riñones:
Realizar actividad física de forma habitual: para mantenerse en forma y activo. El ejercicio ayuda a reducir la presión arterial y, por lo tanto, reduce el riesgo de enfermedad renal crónica. Tener en cuenta siempre coordinar el tipo de actividad y frecuencia con un médico.
Controlar el nivel de azúcar en sangre. Aproximadamente el 50% de las personas con diabetes desarrollan algún grado de daño renal, por lo que es importante que se practiquen exámenes regulares para chequear y monitorear el funcionamiento renal.
Controlar la presión arterial: ya que es la causa más común de daño renal. Aproximadamente 9 de cada 10 personas con Enfermedad Renal Crónica tienen presión arterial alta. Asociada a otros factores como diabetes, colesterol alto y enfermedades cardiovasculares, la presión arterial es peligrosa para el riñón.
Seguir una alimentación saludable, rica en vegetales y controlar el peso, tratando de mantenerlo en los parámetros adecuados según indicación médica. Esto ayuda también a controlar la diabetes y otras enfermedades cardíacas que acompañan el daño renal. Llevar una dieta balanceada es posible, se puede incluir todos los grupos de alimentos, preparaciones preferentemente caseras y acompañarse de un bajo consumo de alimentos ultraprocesados, sodio, y azúcares simples.
Reducir el consumo de sal. El consumo excesivo de sal aumenta la presión arterial, que a largo plazo puede llevar a problemas renales. Hay que tener en cuenta que la misma también está presente en productos ultraprocesados. Se aconseja elegir alimentos preparados de forma casera y condimentar con hierbas aromáticas.
Hidratarse. El consumo de agua, alrededor de 1.5 o 2 litros por día, puede reducir el riesgo de deterioro de la función renal. Se aconseja tomar más líquido en días de mucho calor, luego de una actividad física intensa o en casos de fiebre, diarrea o vómitos, ya que su pérdida es mayor.
No fumar. El tabaquismo altera la vasculatura renal y potencia fuertemente a los otros factores de riesgo como dislipidemia, hipertensión arterial y diabetes en generar insuficiencia renal, además de aumentar el riesgo de cáncer de riñón.
No utilizar fármacos que puedan dañar los riñones, como los antiinflamatorios no esteroides. Si hay una enfermedad renal de base y se toman de forma habitual o prolongada pueden afectarlos. Es muy importante no automedicarse.
Realizar chequeo de sangre y orina para analizar el funcionamiento renal si presentan factores de “alto riesgo” como diabetes, hipertensión arterial, obesidad, o si hay miembros de la familia que padezcan una enfermedad renal y/o antecedentes.
Tener presente que todo lo que afecta al corazón también afecta a los riñones.
Y por supuesto, la consulta médica ante cualquier duda o para un monitoreo habitual. No hay que olvidar que si el paciente avanza a una terminalidad en su evolución renal, no hay forma de retroceder.
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