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jueves 28 de marzo del 2024

Despacito y la potencia del muro cultural

El 20 de enero de 2017 un hecho convulsionaba al mundo. Donald Trump, un hombre de las afueras de la arena política, asumía la presidencia de Estados Unidos. Tras una voraz campaña contra Hillary Clinton, el empresario inmobiliario trepaba al poder con interpelaciones discursivas de extrema derecha. La  estrella televisiva con aires de celebrity grotesca convocó a los votantes a través de una narrativa sin grises ni metáforas. La construcción de un muro en la frontera con México para frenar la inmigración latina se erigió como ícono de su relato.

Días antes, otro de los sucesos de 2017 veía la luz por primera vez. Luis Fonsi, un puertorriqueño de 39 años con algunos éxitos en su haber, lanzaba el 12 de enero el tema Despacito, junto a su compatriota, el reggaetonero Daddy Yankee. Como primera impresión, una melodía pegadiza con letra liviana. Bah, un hit. Sin embargo, y seguramente impulsada por las posibilidades de masividad de las redes sociales, lo que pasó con la canción parece, no tener precedentes.

Mientras Trump apelaba  a la construcción del muro, Despacito conquistaba espacios insospechados, reservados a la cultura de habla inglesa. Los hechos hablan por sí solos: el video alcanzó más de 4.500 millones de reproducciones en Youtube, el termómetro posmoderno para medir la popularidad. Se convirtió así en el más visto de la historia de esa red social.

Además, Justin Bieber, la sensación pop mundial del momento, convocó a Fonsi para subir juntos al escenario al ritmo del hit. Es la única pieza en español nominada como Canción del Año al Grammy, en la versión anglo del premio. Y no sólo eso: el puertorriqueño se presentó en The Tonight Show Starring Jimmy Fallon, un emblema de la televisión estadounidense, junto a The Roots.

Si bien el reggaeton tomó fuerza hace cerca de una década y devino en el género latino privilegiado, Despacito desencadenó una proliferación artística aún mayor. Ozuna, Maluma y Bad Bunny son dos ejemplos de dicha multiplicación. Desarrollo que se extrapoló también al cine. Pixar estrenó en octubre Coco, una película cuyo personaje principal es un niño mexicano con fuertes referencias a la arraigada cultura de ese país, Día de los Muertos incluído.

Así las cosas, el muro xenófobo que Trump pretende plasmar en ladrillos, en políticas concretas, no pudo con un movimiento cultural que atraviesa Latinoamérica de par en par, con sus defectos (a las letras les queda un largo camino por recorrer), y sus virtudes. Pero con una cuestión identitaria profunda, que trascendió fronteras. El muro cultural, uno no ya de ladrillos sino de enormes comunidades, se impuso al muro político de Trump.