Dos presos que cumplían condena en un penal de Cruz del Eje, en la provincia de Córdoba, fueron sorprendidos e imputados la semana pasada cuando simulaban una llamativa modalidad de secuestro virtual. Uno de ellos es el asesino del sindicalista Abel Beroiz.
¿En qué consistía esta metodología?
Primero se hacían pasar por falsos policías, una actuación de vieja usanza entre los delincuentes. Se comunicaban con las víctimas y les informaban un apócrifo accidente de tránsito, donde un familiar habría resultado herido.
Pero el «cuento del tío», esta vez, incluía los llantos de los accidentados. En el marco de una confusa situación de stress, los delincuentes se hacían pasar por los heridos, «lloraban» y le pedían ayuda al interlocutor en el otro lado de la línea telefónica.
«Lo único que le voy a pedir es que si la escucha un poquito llorando es que se quede tranquilo. Porque ella está nerviosa solamente. Está acá con nosotros», alertaban los falsos agentes.
Para ese paso, todo ya era una confusión. Tras escuchar el sollozo del otro lado de la línea, los delincuentes aprovechaban para sincerar sus intenciones.
Con el ida y vuelta en la conversación, los presos lograban hacerse de información relevante para concretar su objetivo espurio detrás de la maniobra: pedir un rescate y concretar un punto de entrega, en el marco de un asedio de amenazas.
Un asesino detrás de los secuestros
El fiscal Nicolás Foppiani, de la Unidad de Investigación y Juicio del Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe, atribuyó a Raúl «Coqui» Flores y Javier Eduardo Prado la autoría de estos secuestros virtuales.
En 2011, Flores fue sentenciado a una condena por prisión perpetua como confeso autor del homicidio del sindicalista de Camioneros Abel Beroiz, ocurrido en una cochera subterránea de la plaza Montenegro, en el centro de Rosario, en el año 2008.
En 2010, «Coqui» quiso fugarse escondido en una bolsa de panes pero luego fue recapturado.
Tanto a Flores como a Prado, Foppiani les endilgó un total de 12 hechos de extorsión, dos de ellos consumados y el resto en grado de tentativa. Fueron Rosario entre abril y mayo de 2017.
«Los imputados se presentaban vía telefónica como falsos policías manifestando que un familiar habría tenido un accidente de tránsito, al cual impersonaban con una voz quebrada en llanto. En dicho momento, les expresaban que se trata de un secuestro, que si no obedecían los requerimientos lesionarían a familiares. Luego requerían dinero, para finalmente brindarle un lugar para el depósito del botín», señalaron las autoridades de la Fiscalía.
El juez Juan Andrés Donnola aceptó la calificación presentada por la Fiscalía y dictó prisión preventiva efectiva sin plazo para ambos.
La investigación fue llevada adelante por brigadas de la Policía de Investigaciones (PDI)y se basó en informes y análisis de escuchas telefónicas, como así también tareas de calle y requerimientos a autoridades penitenciarias.