En la vereda de Augustus estaba la barra reunida. Había asistencia perfecta y nadie hablaba. “El Chueco” le cortó el filtro al cigarrillo negro, le pegó una pitada profunda y dijo:
– Al final, el perro de Cossia, ¿entró o no entró al Concejo?
Sonaron fuertes las carcajadas y desde ese momento, las elecciones fueron el tema central.
Cada uno nombró a los candidatos con seudónimo, dijo a quien había votado, se burló de los que pierden siempre, hasta que Santiaguito cerró la rueda con una reflexión:
-Lo peor de todo es que, como los carteles quedan colocados una eternidad, estamos condenados a ver caras gigantes, que se ríen vaya a saber de qué, por todas partes. ¿Habrán garpado la cuenta?
Lo aplaudieron y pidieron otra vuelta de café.