De «El primero de nosotros» a la realidad de una familia santafesina: la decisión de ser padres a través de la adopción
Por Nicolás Menna Lambertucci
“El primero de nosotros”, la ficción nacional que emitió Telefe hasta el jueves pasado, no sólo relató la historia de un grupo de amigos que pierde a uno de ellos por una enfermedad terminal, sino que, además, puso sobre el tapete un tema que atraviesa la realidad de muchas familias: la adopción. Se trata de un tópico poco habitual en el prime time televisivo, pero con el que muchos se sintieron identificados por el extenuante recorrido que hicieron los dos personajes para convertirse en padres.
La actriz Jorgelina Aruzzi interpreta a Valeria, que, en su lucha por ser madre, pasa por dolorosos tratamientos de fertilidad fallidos y, con el tiempo, se despega de la postura biologicista y comprende que mamá también es quien ama y cría. A ese proyecto se suma Nicolás, encarnado por Luciano Castro, un soltero empedernido, inmaduro y millonario, pero con un corazón tan grande como su fortuna.
Así llegan tres hermanitos llenos de desafíos y con muchas ganas de tener una nueva oportunidad: pertenecer a una familia.
La historia de Valeria y Nicolás, con diferentes matices, se replica en muchas personas a lo largo y a lo ancho del país, que deciden tomar el mismo camino para formar una familia. En esta nota procuraremos desentrañar a grandes rasgos ese sendero, que tiene ribetes conceptuales, pero también legales y emocionales.
La adopción en Santa Fe
De acuerdo a la Convención Internacional de los Derechos del Niño y del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, se entiende a la adopción como “una institución jurídica pensada desde el punto de vista de los chicos que necesitan una familia que los críe como hijos, cuando su familia de origen no puede procurarle esa contención. Por diferentes razones, desde una mujer que decide no criar a su hijo, hasta las perversiones más inimaginables que los adultos pueden cometer respecto a sus hijos”, explicó Marcelo Molina, ex juez de familia de Rosario en diálogo con Rosario Nuestro.
Con respecto a esto últimos casos, para entender cómo se inicia el proceso de adopción, “tenemos que pensar en uno de los supuestos que adopta, en la provincia de Santa Fe, la Dirección de Niñez cuando se encuentra con un niño o una niña, o un grupo de hermanos, en donde los adultos responsables, que generalmente son los padres, son grandes vulneradores de derechos de sus hijos, y cuando los otros adultos, como abuelos, tíos o primos tampoco se pueden hacer cargo de esa situación».
En ese sentido, el ex magistrado amplió: «Allí, la Dirección de Niñez adopta una medida excepcional, saca a ese chico de ese centro de vida, se inicia un proceso de control judicial de esa medida excepcional, y no la adopta el Poder Judicial sino el Poder Ejecutivo, hasta que se llega a un punto en donde está claro que ese chico no puede volver con su familia de origen”.
Y consideró que “el registro de adoptantes, en la provincia de Santa Fe, desde el año 2015 o 2016, durante el gobierno de Miguel Lifschitiz, se empezó a ordenar y quedó muy prolijamente establecido, y la gestión actual a cargo de la doctora Galli Fiant lo continuó con mejoras y está funcionando bien”.
En efecto, el Registro Único de Aspirantes a Guarda (Ruaga) en Santa Fe cosechó dos inscripciones, una en marzo y otra en junio, y quedan dos más, en septiembre y diciembre, siempre del 1 al 10.
“En la inscripción de marzo hubo 158 personas o parejas que presentaron su ficha de inscripción, que es el primer paso para iniciar el proceso de inscripción, y luego participaron del encuentro informativo obligatorio 134 personas o parejas. Siempre hay una pequeña reducción, respecto a quienes avanzan a este segundo paso. Algo similar ocurrió en junio, cuando recibimos 128 formularios de inscripción, y ayer cerramos el último encuentro informativo del que participaron 86 personas y parejas”, repasó, por su parte, la directora del Ruaga Magdalena Galli Fian.
Por último, señaló que en lo que va de 2022, se recibieron 73 formularios, «un número interesante, y con ellos se está trabajando. Algunos ya completaron la evaluación y otros están en proceso”.
Marcela, Pablo y el milagro de Belén
La travesía para llegar a tener hijos acumula miles de protagonistas. En el caso de Marcela y Pablo el recorrido fue variable. Primero, lo intentaron a través de la medicina, algo que no dio resultados, y, tras algunos intentos infructuosos, comenzaron a analizar la posibilidad de la adopción.
“Sentíamos que por un camino u otro lo íbamos a lograr”, aseguró quien después de mucho esfuerzo físico y mental se convirtió en la mamá de Belén.
Marcela es rosarina y Pablo porteño. La historia que los vincula con la adopción comenzó hace 15 años cuando la pareja vivía en la Ciudad de Buenos Aires. “Nos anotamos en el Ruaga de Capital, y en ese momento el de la provincia de Santa Fe no estaba integrado en el registro único a nivel nacional”, relató Marcela.
A su vez, comentó que en el momento en el que habían avanzado en la etapa de las entrevistas a cargo de los técnicos, les surgió la posibilidad de venir a Rosario.
“Avisamos al Ruaga, no sabiendo si nuestra mudanza iba a ser por un tiempo o permanente y queríamos dejar abierto nuestro expediente, pero nos dijeron ‘si ustedes se van de Capital, cambian de domicilio, vamos a tener que cerrar el expediente, porque es sólo para los postulantes de Capital’. En ese momento hubo un poco de desazón, porque nos dieron de baja”, sostuvo la mujer, que rememoró la incertidumbre de esos años.
No obstante, su llegada a la ciudad también fue para ellos «volver a empezar”, como el tema de Alejandro Lerner. “Cuando vinimos a Rosario, tuvimos que empezar todo de cero, como Santa Fe no estaba integrada al Ruaga, hubo que volver a armar la carpeta, ir juzgado por juzgado y no avanzamos».
La burocracia los agotó. «Estuvimos unos años sin hacer nada respecto a nuestro deseo de ser padres adoptivos”, confesaron.
“Cuando nos enteramos que Santa Fe se integraba al Ruaga, porque no es lo mismo ir a una oficina que juzgado por juzgado con tu carpeta, fuimos al Registro contamos nuestra experiencia en Buenos Aires, y tuvimos nuestro nuevo número de postulación”, compartió Marcela con este medio, acerca del inicio de una espera que parecía eterna.
Tarda en llegar y al final hay recompensa
En rigor, hasta 2017, cuando recibieron el llamado por parte de representantes del Ruaga, estuvieron a la espera y el vaivén de emociones fue la regla.
“Durante ese tiempo fuimos nuestra disponibilidad adoptiva, que así se llama, y es ponerte en el lugar de imaginarte papás de qué niño, y precisamente nos fuimos imaginando ser papás de niños más grandes, y en nuestro último formulario, nos propusimos como papás de hasta dos niños de hasta 12 años”, señaló Marcela. Y seguido aseguró: “Nosotros ya teníamos edad de ser papás de niños más grandes, y en lo personal me veía mamá de un niño más grande que de un bebé”.
“Hoy mi hija tiene 15, yo 55 y eso me permite compartir un montón de cosas con ella y acompañarla en esta etapa de su vida que es la adolescencia”, remarcó.
En julio van a ser 4 años que se convirtieron en padres de una chica que llegó a su hogar con 11 y que además tiene cinco hermanitos. En ese sentido, Marcela destacó que fueron «muy oportunas las instancias de trabajo de los equipos técnicos de Niñez, más el Ruaga y el juzgado», dado que todos los chicos fueron atravesando la misma etapa de adopción y de vinculación con sus respectivas familias.
«Así, todos al mismo tiempo fueron compartiendo la emoción asociada a que cada uno iba a conocer a su nueva familia. Y son un grupo de hermanos con una vinculación muy fuerte entre ellos”.
“Hoy somos papás de una adolescente, que estamos transitando los mismos problemas de cualquier adolescente, un poco más quizás, porque son chicos de pandemia, que nosotros aprovechamos mucho para trabajar en casa. Y nos vemos como papás que estamos haciendo bien las cosas, ella en el Día del Padre le escribió algo muy lindo a su papá, y le dijo que había aprendido a ser papá y que era el mejor papá del mundo”, cerró la mamá de Belén, en medio del desafío más grande de su vida.
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