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sábado 27 de abril del 2024

Coronatrabajos: cómo se las arreglan los que vieron paralizada su actividad por la cuarentena

Millones de argentinos se levantan todos los días intentando encontrar alguna actividad que les permita mantenerse, a través de acciones impensadas pero que los ayudan a pagar las cuentas al final del mes.

Tres meses de cuarentena vencen al coronavirus, pero tres meses de cuarentena destruyen la economía. Esta máxima es un fiel reflejo de lo que está sucediendo en el país. Al mismo tiempo que la parábola del virus pareciera “achatarse”, como dicen los especialistas, cada vez son más las personas que vieron paralizada su actividad por la pandemia y necesitan realizar algún trabajo alternativo o un “coronatrabajo”.

Con un 45% de la población bajo la línea de la pobreza, según el último informe del observatorio económico de la UCA, el aislamiento obligatorio que rige desde el 20 de marzo fue un factor fundamental para que este índice se viera incrementado.

El freno de mano por completo de la economía nacional, sumado al altísimo grado de informalidad laboral que existe, empujó a que un gran sector de la población se ubicara por debajo de la línea que determina si se es o no pobre, de acuerdo a los ingresos.

Sin embargo, no todo está perdido. Millones de argentinos se levantan todos los días intentando encontrar alguna actividad que les permita mantenerse. Los “coronatrabajos”, son actividades secundarias a las que tenían previo a la pandemia, pero que les permiten llegar a fin de mes o, por lo menos, subsistir en la cuarentena.

“Coronatrabajos”

En este complejo contexto, son muchos los rosarinos que entendieron que la única forma de seguir adelante es mediante la resiliencia. Es decir, la capacidad de superar situaciones traumáticas y reinventarse para aggiornarse al enrevesado contexto actual a través de “coronatrabajos”.

Por ejemplo, María Victoria Omegna, tiene 45 años, es Cheff y trabaja en un importante bar de la zona de Pichincha. Ella, contó a Rosario Nuestro, que si bien nació en Argentina vivió muchos años en España, porque su madre es de Galicia, Santiago de Compostela; y su padre era italiano, con lo cual viajaban mucho.

Sin embargo, hace 25 años que se instaló en el país y en Rosario. Empezó a trabajar como cheff y jamás se imaginó que iba a terminar teniendo un “coronatrabajo”. “Cuando comenzó todo esto, que había que respetar ciertas reglas para cuidarnos entre todos y que se fue extendiendo una semana, dos semanas, tres semanas, pues me di cuenta que algo había que hacer, porque el bar no estaba funcionando”, relató.

“Lo primero que se me ocurrió fue fabricar barbijos. Vivo en un departamento en pleno centro y estoy con otra chica, así que nos asociamos y nos pusimos a ver cómo hacerlos. Pero en tema telas, por ejemplo, las empresas antes de que vinieran de Buenos Aires ya tenían pactos con textiles de Rosario, por ende, se nos estaba complicando. Sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía qué para salir de esta situación”, siguió.

Entonces, “se me ocurrió que podría hacer delivery”. Una actividad habilitada y que “está trabajando bien”. “Me contacté con gente amiga que ya trabajaba en una de las aplicaciones más conocidas y, así, fue que empecé a dedicarme a esto; y estoy tratando de salvarme de la situación y adaptarme a esta coyuntura, es la readaptación como consecuencia de una pandemia mundial”, detalló María Victoria Omegna.

Otro caso es el de David Fernández. En sus 38 años de vida jamás pensó que iba a tener que sobrevivir de otra manera que no fuera con su proyecto de fabricar máquinas especiales, como por ejemplo para peluquerías.

Ni siquiera soñó con la posibilidad de que los negocios que estaba cerrando en Paraguay y Colombia se fuera detener repentinamente por una pandemia mundial que obligaba a todos a irse a sus casas y no salir por prevención al contagio de una enfermedad llamada coronavirus.

Al igual que a muchos que perdieron sus actividades principales, lógicamente, las cuentas siguieron llegando “y había que pagar el alquiler, el contador, entre otros”, relató a Rosario nuestro. Así que cuando comenzó este problema “empecé estudiar el tema de fabricar barbijos para mí, para mis amigos, después me puse a fabricar una máscara para mí. Seguí investigando y me di cuenta que el barbijo, por lo que se decía en aquel momento, tenía que ser de una tela especial y no la conseguía. Además de que no veía una prosperidad en ese negocio”.

Por lo tanto, “me volqué de lleno a trabajar en una máscara y a investigar. Y así, fue que pasé de tener el primer lunes de cuarentena 250 pesos a poder pagar mi alquiler, mi contador, servicios, estoy vendiendo a futuro, me expandí a otras provincias”.

De hecho, el emprendimiento tomó forma y “comencé a fabricar una máscara especial para peluqueros; fui mejorando los materiales con policarbonato de un milímetro” señaló y dijo comentó que “las máscaras rondan los 400 pesos y las antiparras unos 300”. “Trato de mejorar todos los días el producto. Sigo trabajando en esto”, afirmó.

La idea tomó tanto vuelvo que hasta creó la marca “Queravid”. “Me lancé a comercializar a través de clientes que ya tenía y a través de las redes sociales, incluyendo mi estado de whatsapp y, también voy al Mercado de Productores a vender la máscara. Es un proyecto al que le veo futuro a largo plazo”, aseguró David Fernández.

Cifras que dan miedo

Los casos se multiplican a lo largo y ancho del país. La cuarentena por el coronavirus está arrojando sociedades enteras a la calle. Los organismos internacionales como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) advierte, según su último informe, que el efecto de la pandemia global sobre el empleo va a ser «devastador» y superará con creces lo sucedido durante la crisis financiera mundial de 2008-2009.

El covid-19 hará desaparecer mundialmente, solo entre abril y junio de este año, el 6,7% de las horas de empleos, lo que equivale a la pérdida 195 millones de puestos a tiempo completo. De hecho, la agencia de la ONU advierte que 4 de cada 5 trabajadores a nivel mundial ya está sufriendo las consecuencias de los confinamientos totales parciales de ciudades enteras que muchos gobiernos se han visto forzados a imponer.

Además, el documento de la OIT prevé que la región de Latinoamérica y el Caribe pierda 14 millones de puestos de trabajo, mientras que Centroamérica verá destruidos 3 millones de empleos.