El Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL), dependiente del Conicet, relevó a mediados del año pasado a distintos sectores productivos para determinar el impacto de la pandemia en el mundo del trabajo y, específicamente, de los trabajadores. Estudio que sumó, en octubre de 2020, a la actividad docente.
Ahora que la vacunación masiva contra el coronavirus promete un horizonte de esperanza para la segunda parte del año, vuelven las preguntas de Charlot, Y también las del CEIL. “Estamos ante nuevas morfologías que va asumiendo el trabajo. El gran interrogante que tenemos y que es difícil contestar ahora es qué cuestiones de las que impulsó la pandemia vinieron para quedarse”, dice a Télam Claudia Figari, licenciada en Ciencias de la Educación y directora del CEIL.
Y advierte que el teletrabajo, estrella del mundo laboral en tiempos de aislamiento y distancia social, llegó para quedarse. “Lo que hoy está en juego son los medios de producción, como así también la posibilidad de la acción colectiva y la plena disponibilidad de los trabajadores ante la convergencia de la unidad doméstica y la unidad laboral”, destaca la especialista.
De cara a lo que viene, Figari pide prestar atención a las políticas públicas y al rol del Estado, como así también al papel que asuman los trabajadores y sus representaciones gremiales. “Si se piensa en la gente desde las politicas de Estado es diferente a que si se piensa en las grandes corporaciones. Las politicas de Estado interviniendo activamente en pos de mejorar la condiciones de vida pueden resultar claves”, subraya la investigadora y docente universitaria.
«El mercado de trabajo se modificó muchísimo con la pandemia. Hubo dos etapas: la del ASPO (aislamiento obligatorio) de marzo de 2020 y la de la apertura que se produjo a partir de septiembre, octubre de ese mismo año. Nosotros realizamos estudios en distintos sectores productivos para relevar cómo estaban siendo afectados los y las trabajadoras y que sucedía a medida que se establecían nuevos protocolos para reestablecer la actividad. Ahí constatamos que la informalidad se agudizó y que con la pandemia hubo grandes ganadores y perdedores», manifestó Figari.
«Lo que hoy está en juego son los medios de producción, como así también la posibilidad de la acción colectiva y la plena disponibilidad de los trabajadores ante la convergencia de la unidad doméstica y la unidad laboral. No es que uno se enferma, se siente mal y se va a su casa. Hay un gran continuo donde hay plena disponibilidad, con las implicancias que esto puede tener en enfermedades mentales o en cómo el cuerpo puede empezar a enfermarse también a partir de un estrés laboral que va creciendo»
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