El jefe de servicio de Psicología del Sanatorio Municipal Dr. Julio Méndez y coordinador de actividades asistenciales del hospital Borda, Ricardo Antonowicz reflexionó sobre los efectos que desata la cuarentena reforzada.
«En el inicio de la cuarentena entramos en un estado de incertidumbre, de temor y de pánico que, con el transcurso de los días la gente pudo ir manejando pero ciertamente no hay nada que pueda garantizar que todos salgan indemnes de este aislamiento«, dijo.
El psicoanalista comentó que «la manera que cada uno puede salir de esta situación de estrés depende de variables complejas. En general, afloran recursos internos que desconocíamos».
Por qué mantener una actitud positiva
«Para algunos es una oportunidad de reinvención y conexión interna mientras que para otros es un castigo. Hay que alentar a la población para que pueda buscar bucear en su interior y dejar que afloren talentos olvidados. El mundo no se acaba. Quizás para algunos empiece otro mundo o puedan verlo de otra manera», añadió.
«Especialmente me preocupan mucho los efectos negativos que el distanciamiento está causando en la tercera edad. Cada vez son más las consultas sobre abuelos con antecedentes depresivos que han retrocedido en sus tratamientos. Es muy importante mantener activos a los ancianos«, añadió.
«Otros efectos indeseados de la cuarentena son la pérdida de la autoestima, el agotamiento emocional y el sentimiento de frustración laboral. Creo que las autoridades no están atendiendo estos aspectos psicológicos que terminarán por dañar la tan preciada salud”, finalizó.
Hacia una salida incierta
Por su parte, el médico clínico Marcelo Suárez manifestó su “preocupación” por la falta de un “protocolo Inteligente que nos permita recuperar nuestra salud psicofísica y económica”.
El especialista en medicina interna bosquejó un plan que incluye los siguientes puntos: incrementar los testeos de PCR (diagnóstico de infección) y de inmunoglobulinas G (para diagnóstico de curación e inmunidad), crear canales de habilitación laboral con debidos recaudos, apoyar el ensayo de transfusión de plasma para determinar su eficacia en indicación temprana”.
Según el profesional, un plan de estas características contribuiría a minimizar los daños colaterales de la pandemia ya que “la incertidumbre produce un enorme déficit emocional y nutricional”.
«El estrés, la ansiedad y la preocupación por la cuestión laboral genera un descuido personal profundo con la consecuente repercusión en la salud. A esto se agrega otro problema que es la falta de consultas por otras patologías”, dijo.
Y continuó: “El hogar funcionó muy bien hasta ahora como refugio pero hoy corremos el riesgo de que nos enferme el cautiverio. Habiéndose robustecido el sistema de salud habría que haber buscado una forma de cuidar a los ciudadanos de otras enfermedades que rondan en el propio hogar como depresión, cáncer, patologías cardiovasculares, obesidad, hipertensión y diabetes. El aislamiento domiciliario llegó a una instancia en la cual se propicia el deterioro psíquico”.
Por último, consideró que “debemos tener la humildad necesaria para dejar de lado las diferencias políticas y procurar aunar esfuerzos en pos de lograr el bienestar físico, psíquico y social de la comunidad”.
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