Por Ignacio Pellizzón
Hay que sobrevivir como sea. Esa es la mecánica de pensamiento cuando uno es despedido o no encuentra empleo. Durante el año pasado la crisis laboral se agudizó notablemente en Rosario y como consecuencia arrojó que el gremio de vendedores ambulantes haya aumentado “más de un 30% en 2018”, aseguró a Mirador Provincial el titular de la Cámara que los nuclea, Alberto Ribas.
“Todas las personas que fueron despedidas o no encontraron trabajo por la crisis que se vive, se volcaron a nuestro rubro porque es una forma de lograr salir adelante y de, algún modo, sobrevivir, juntar unos mangos para lograr llevar el pan a la casa”, explicó el sindicalista.
En la calle es visible el aumento de vendedores ambulantes que se incorporaron a la modalidad en el último tiempo y que están ofreciendo diferentes tipos de productos sin importar si el calor es asfixiante o la lluvia empapa. Están todos los días por la zona del microcentro, donde saben que el mayor poder adquisitivo y la actividad comercial se pasea todos los días.
Según estima Alberto Riba en Rosario “puede haber unos 45 mil” trabajadores callejeros que se pasean todos los días “tratando de ganarse el pan dignamente”. Muchos suelen instalarse en diferentes ferias con algún puestito como sucede en una de las más conocidas de la ciudad: Homero Manz (Salvá al 6000).
Es considerada por muchos “la saladita”, pero para los trabajadores es un espacio donde pueden ubicarse para vender diferentes productos que van desde electrodomésticos, vestimentas hasta artesanías de todo tipo, los cuales tienen precios “flexibles”.
FERIAS EN EXPANSIÓN
Los datos oficiales que manejan en la Municipalidad son contundentes. Actualmente hay unas 700 ferias que operan en la ciudad, de al menos 50 puestos cada una, de diferentes tamaños y días de funcionamiento.
De esa cifra, unas 20 son mercados populares convencionales por su tamaño y funcionamiento. Las otras son más irregulares en sus días, horarios y productos que se comercializan.
Los agentes territoriales municipales han tomado nota del crecimiento exponencial de algunas ferias. El caso más emblemático es la que se levantó en Rouillón y Maradona, en la zona oeste. Para muchos se trata de la más grande de la ciudad, tanto que los fines de semana hay líneas del transporte urbano que deben desviar sus recorridos por la cantidad de gente que camina por sus calles.
Ante la demanda en alza para vender todo tipo de productos en estas ferias, el municipio acordó en algunos barrios una nueva instancia intermedia: puestos autogestivos en plazas y parques con aval estatal.
Sin embargo, desde el sindicato de Vendedores Ambulantes denuncian que “la Municipalidad no nos reconoce, no instala baños públicos, no censa a los trabajadores, no los ayuda a que puedan tener un monotributo y el día de mañana obtener una jubilación digna”, entre otras demandas que expresó a este medio Alberto Ribas.
El año pasado el concejal Eduardo Toniolli (PJ) volvió a presentar un proyecto para regular las ferias populares en Rosario, ante la pérdida de estado parlamentario de una iniciativa similar.
La propuesta busca regular el uso del espacio público y los días y horarios de funcionamiento y facilitar el control sobre la legalidad de los productos que se ofrecen.
Proponía, además, crear un registro de ferias donde quedaran consignados los datos de cada titular del puesto y el rubro al que se dedican.
También promovía la incorporación de los feriantes al monotributo social u otra categoría superior, y acompañaría y se facilitaría la gestión de trámites para la obtención de la personería jurídica y la constitución como asociación civil de las comisiones de feriantes.