Caso Mimi: la desgarradora historia de una nena de 3 años que separaron de su familia de acogida
El caso Mimi cala en lo más hondo de cualquiera, conmueve e invita a apoyar esta lucha que lleva adelante una familia de acogida que recibió en 2017 a una beba de apenas un mes. Pasó el tiempo y tres años después decidieron iniciar el trámite para adoptarla, lo que llevó a que la Justicia les quitara la tenencia en diciembre pasado. Desde entonces, no saben más nada de la pequeña.
Mariana y Marcelo se inscribieron en 2015 en una ONG denominada «Familias Abiertas», para todas aquellas parejas que se ofrecen para recibir a niños y niñas en situación de vulnerabilidad, mientras se define cómo sigue su situación: si regresan con sus padres biológicos o son dados en adopción. Se trata de una instancia que no suele demorar más de seis meses.
Sin embargo, el tiempo pasó y la familia de acogida de Mimi no tuvo novedades, por lo que durante el 2020 comenzaron a evaluar la posibilidad de iniciar los trámites para adoptarla de forma legal. Esto llevó a que la Justicia se pusiera al tanto y decidieron quitarles la tenencia, para dársela a otros padres adoptivos ya inscriptos, sin importar el vínculo afectivo que se creó en estos tres años.
Telefé Noticias realizó un informe al respecto, en el cual Mariana Megías, la «mamá del alma» de la nena, relató en primera persona el escrito formal con el cual reclaman que se les restituya la tenencia. «Señor juez, le pido que me escuche. El 7 de diciembre de 2017 mi familia y yo recibimos en nuestro hogar a una hermosa beba. Mimi tenía apenas un mes de vida y había llegado a nosotros a través de los mecanismos legales que rigen a las familias de acogimiento como la nuestra, familias que se ofrecen para cuidar a niños judicializados, transitoriamente hasta que la Justicia resuelva su situación de adoptabilidad», comenzó la mujer.
«El primer día que me encontré con Mimi fue como un regalo, porque siempre que siempre que recibís un bebé de acogimiento es una magia en tu familia, en tu casa. Ella era muy pequeña, tenía el tamaño de un bebé recién nacido, pese a que tenía un mes, pesaba 2,5 kilos», continuó Mariana y agregó: «Llegó super angustiada, era muy evidente que estaba en una situación de trauma, de dolor, no sonreía para nada. Empezó a sonreír a los tres o cuatro meses y a a partir de ahí empezó a confiar en los que estábamos para ella».
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