Matías Morla, representante y apoderado de Diego Armando Maradona declaró este lunes en su primera vez en fiscalía. Dijo que fue una locura el traslado del 10 de la Clínica de Olivos donde había sido sometido a una neurocirugía, a la casa de Tigre, en la que muró el pasado 25 de noviembre. Aseguró que fue una decisión familiar.
«Yo entendí que la elección de una casa distinta a la que ya tenía era una locura (…) No tenía por qué ir a una casa cuando los médicos decían que debía estar en una clínica», aseguró el letrado al retirarse de la Fiscalía General de San Isidro, donde declaró como testigo en la causa durante varias horas.
Según Morla, «los propios médicos que lo atendieron dijeron que no estaba en condiciones de ser trasladado». «Desde que Diego tuvo la última aparición pública, yo me corrí, dejé a la familia que se encargue de estas cuestiones, por eso no participé de la junta médica ni la elección (de la casa). Fue un tema de familia», aclaró.
Morla contó la última vez que lo vio a Maradona. Fue el 16 de noviembre en la casa en Tigre. «Estaba con una voz robótica, lo que me llamó poderosamente la atención. Me acabo de enterar que esa voz robótica era la cantidad de agua que tenía el cuerpo retenida».
Luego, manifestó la última vez que habló con el «Diez». Fue el sábado anterior a su muerte, quedó en ir a verlo al día siguiente, pero cuando estaba yendo le informaron que no se despertaba y, por eso, no lo llegó a ver. Por último, consultado sobre cómo describiría el tratamiento médico que recibió Maradona en los últimos días: «Malísimo, por eso está muerto».
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