Por Emanuel Rodríguez
Estoy escribiendo esta carta en caliente, pero estas cosas son así. Se sienten, salen de adentro porque duelen, y hace varias noches que siento una angustia en el pecho, tiemblo, te juro.
Soy de Carreras, el lugar más lindo del mundo. Ya sé que no tiene nada fuera de lo común, pero es mi tierra, es el suelo al que pertenezco, mi lugar. Hoy lamentablemente Carreras es noticia porque el coronavirus nos sorprendió y se desató una ola de contagios que hasta el momento-gracias a Dios- no se dio en ninguna otra región de la provincia. Hoy los casi 2 mil habitantes del pueblo estamos pasando por una mala, no la peor (hubo muchas peores), pero hay veces que es eso lo que el mundo te hace sentir y creo que la angustia viene en gran parte de ahí.
Hace unos meses la pandemia andaba por China, por Europa y Estados Unidos. Era cosa de la tele, de internet, pero un día llegó. Nadie lo esperaba, pero llegó. Podía pasar, y ahora está acá. Se metió con los nuestros, con los vecinos, con los laburantes, con los amigos, y te aseguro que ahora duele mucho más. Todo lo lejano da indiferencia, da risa, suena a chiste. Somos así por lo general las personas, pero cuando las balas pican cerca, todo duele mucho más. Todo. Créeme.
Los títulos dicen: “Carreras sacude a la región con los contagios”; leo en otro lado, “Como si hubiera caído una bomba”, se habla de gente “atrapada”, del “peor momento de la historia del pueblo”. Títulos, palabras, que cuando hablan de algún país de medio oriente no nos generan nada, pero a medida que se acercan para tu casa, para tu patio, esas palabras son un puñal y generan miedo. Y el miedo se multiplica, se contagia, se comparte. Hoy el miedo también se retwitea.
Gente de “otros lados” que, por miedo, da la espalda, juzga, acusa, tira la primera piedra. Incluso algunos que hoy están considerados dentro del grupo de los esenciales, ya que trasportan comidas y productos para el día a día, no quieren ni acercarse al acceso de nuestro pueblo a realizar entregas a los comerciantes. A esos un poco, la verdad que los entiendo, porque todos queremos cuidarnos y más que nada a los nuestros, de un virus que puede entrar por cualquier lado. A esos les digo que también hay formas de protegerse, (ya todos los sabemos). Y a lo mejor creen cuidar a su familia, pero les están privando de algo que les va a quedar para toda la vida: los están dejando a sus hijos sin el ejemplo de ayudar al otro en las malas, sin el ejemplo de ser solidarios.
A los hijos de esa gente, no se les va a inflar el pecho de orgullo como a mí, ahora, cuando veo a mis viejos, mis vecinos, mis amigos moviéndose para darle una mano a los que más feo la están pasando; o cuando mi tío me dice “hablamos más tarde, flaco, que no llego a repartirle la mercadería a todos los vecinos”; o cuando veo al laburante ir con un carrito casa por casa, entregando productos, gritando, a la distancia, “olvídate, págame cuando puedas”. No tienen idea lo que se siente que todos los clubes de la región se pongan la misma camiseta en esta lucha, y que los amigos de cualquier parte del país pregunten por la familia y adviertan que se ponen a disposición para lo que sea. Para lo que sea. ¿Sabés lo que vale eso?
Un profesor siempre me decía que el fútbol sirve para ejemplificar cualquier hecho de la vida, así que te lo resumo: “Estamos 0 a 0, nos metieron en nuestra área, y acá estamos, apretados, unidos, haciendo fuerza, dejando todo, defendiéndonos. Cada vez somos más de este lado de la cancha y eso nos da fuerza para seguir… queda poco tiempo, hay que aguantar, y estoy seguro que en la primera contra que tengamos, liquidamos el partido, lo ganamos a lo Carreras, y ahí agarrate, porque el festejo va a ser grande y no va a tener fronteras. Los chicos van volver al campito, volverán las juntadas de los jóvenes, los asados con guitarreadas, los mates con la abuela… y volverá la vida, nuestra vida que tanto extrañamos”.
Si pasás por Carreras, tenés que saber que ahí no hay nombres, hay apodos. En Carreras no hay direcciones, ni calles, ni nada, vivís “al lado de…” o “a la vuelta de…”. Si pasás por Carreras, solamente tenés que pedir lo que necesites. Te juro que siempre, pero siempre te vas a encontrar con buena gente para darte una mano.
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