El Barcelona de Ronald Koeman dio una muestra de carácter y fútbol este miércoles en su mejor versión de 2021 para ganarle 3-0 al Sevilla y obtener el pasaje a la final de la Copa del Rey, luego de haber caído en el primer partido de la serie.
En los momentos iniciales, el local se mostró más cómodo cediéndole el balón a los andaluces y apostando por el contragolpe. Fue así que generó las primeras situaciones que acabaron con disparos desviados. El partido se abrió pasados los 10 minutos cuando Ousmane Dembélé, que se había mostrado inconexo e impreciso en las primeras acciones, sorprendió al perfilarse para su pierna derecha y desenfundar un remate potente que se clavó en un ángulo y dejó parado al arquero Tomás Vaclik.
Con la ventaja, el Barcelona creció más en confianza y se adueñó del esférico. Incluso, generó algunas situaciones más en el área rival que no terminaron adentro del arco de casualidad. Tanto es así que Marcos Acuña tuvo que esforzarse para rechazar sobre la línea un disparo de Messi.
Por su parte, el Sevilla dio una imagen pálida. Apenas generó fútbol, pateó dos veces al arco, dejó espacios atrás y no pudo cortar los avances en el mediocampo. La presión alta del equipo de Julen Lopetegui no fue fructuosa y le terminó generando un perjuicio al crear así huecos en el terreno que no pudo ocupar a tiempo en sus retrocesos desprolijos.
Pese a todo, el marcador de la primera mitad terminó 1 a 0, por lo que la llave estaba 2 a 1 en favor de los andaluces, pero el cuadro catalán se fue al vestuario sabiendo que con un tanto más podía estirar la definición.
En el complemento, el Sevilla abandonó todas sus intenciones de atacar y se dedicó a replegarse y aguantar las embestidas del Barcelona, que ya sin tantos espacios le costó generar situaciones claras. La mejor fue la de Jordi Alba, a los 20 minutos, quien recibió un centro al segundo palo e improvisó una maniobra de karate para empalmar la pelota de volea y hacer sonar el travesaño.
Koeman movió el banco para darle minutos a Antoine Griezmann en lugar de Sergiño Dest. Mientras que Lopetegui mandó a Ivan Rakitic, Karim Rekik, Jesús Navas y Lucas Ocampos para intentar dar un golpe de timón.
Los cambios le dieron resultado al español, no tanto en el juego, sino porque el punta argentino, que se paró como lateral, fue clave a los 26 minutos para correr sin pelota por izquierda, recibir de Youssef En-Nesyri que había emprendido el contragolpe por la otra banda, y fue derribado por Óscar Mingueza en el área. El ex River se hizo cargo de la ejecución, pero Ter Stegen le adivinó la intención y contuvo su disparo cruzado.
En tiempo de descuento, Fernando Reges se fue expulsado al ver su segunda tarjeta amarilla tras impedir un avance de Trincao, que había ingresado tiempo antes, al igual que Martin Braithwaite. Cuando parecía que todo terminaba y que el Sevilla se quedaba con el boleto a la final, apareció Gerard Piqué, quien como centrodelantero cabeceó un centro de Griezmann que se coló contra un palo y desató la locura en el Camp Nou. Así, la definición se estiró al tiempo extra.
Con la ventaja numérica y el pico de confianza, el Barcelona fue en búsqueda del tercer tanto desde el primer minuto del alargue. De tanto insistir, los de Koeman encontraron la tan ansiada conquista con la vieja fórmula del centro al área. Fue Jordi Alba el que levantó el balón para que Braithwaite de cabeza anticipe a su marca y lo peine para gritar el 3-0 definitivo y el pasaporte a la final, donde esperará por el ganador de Levante y Bilbao.
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