21°
sábado 20 de abril del 2024

Aficionados al bronceado: lo que hay que evitar

Durante la primavera muchas personas comienzan a tomar sol porque quieren lucir más bronceados. Tomando los cuidados habituales no hay ningún impedimento para hacerlo pero como todo, la clave es la moderación.

Los excesos siempre son malos y con el sol, pasa exactamente igual. Si nos exponemos demasiadas horas o incluso en cabinas de bronceado, estamos poniendo en riesgo nuestro organismo (cáncer de piel, arrugas, envejecimiento prematuro). Sin embargo, si tomamos el sol de forma gradual y acabamos con un bronceado ligero, en ningún caso será perjudicial para nuestra piel. Desde la Escuela de Medicina de Harvard se aconseja tomar el sol con al menos protección solar SPF 30, administrarlo cada dos o tres horas y evitar las horas de mayor radiación.

La exposición al sol tiene un efecto beneficioso para nuestra salud, debido que la luz del sol activa la vitamina D de la piel, que puede fomentar la función inmune, reducir el riesgo de algunos cánceres y mantener los huesos fuertes. No tomar sol nunca puede aumentar el riesgo de deficiencia de esta vitamina.

La protección solar recomendable es SPF 30. Utilizar más nivel de protección por encima de este nivel no tiene muchos beneficios añadidos. Las cremas solares de protección SPF30 bloquean   hasta el 97% de la radiación UVB. Sólo en el caso de exposición solar en las horas de mayor intensidad sí merece la pena utilizar un factor superior.

La Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) sostiene que para un uso correcto de un protector solar, debemos aplicarlo media hora antes de salir al sol. La piel debe estar seca y se aplicarán cantidades generosas del producto.

Lo ideal en el uso de protectores solares es realizar previamente una consulta con un médico dermatólogo, quien podrá aconsejar respecto de cuál es el FPS que mejor se adapta al tipo de piel y cuáles zonas se deben proteger con mayor énfasis.

Debemos evitar el uso de bronceadores caseros, ya que pueden tener un efecto adverso (fotosensibilización o quemaduras graves) y los autobronceantes, que son meramente cosméticos. No hay que olvidar, además, que algunos medicamentos de uso frecuente pueden aumentar la sensibilidad de la piel al ser expuesta. También ciertos jabones con color y perfumes.

Tanorexia: las personas que están bronceadas y se ven blancas

Los expertos alertan de que en los últimos años ha habido un aumento alarmante del número de personas obsesionadas por mostrar un bronceado exuberante. Su fijación por los baños de sol puede incluso llegar a ser enfermiza y motivo de trastorno psicológico. Es lo que se conoce como tanorexia, un tipo de dismorfobia -falta de aceptación crónica de la imagen corporal o facial- que afecta sobre todo a mujeres de entre 17 y 35 años. Estas, a pesar de estar morenas, siempre se ven pálidas y muestran una necesidad obsesiva por lograr un tono de piel más oscuro.

El término tanorexia fue acuñado por dermatólogos estadounidenses para describir a un grupo de pacientes que acudían a sus clínicas con lesiones cutáneas causadas por los rayos ultravioleta y que, a pesar de ello, continuaban con las exposiciones. En opinión de José Luis Carrasco, Catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense y Coordinador de la Unidad de Psiquiatría de Enlace y de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, «se trata de una preocupación exagerada e irracional por tener la piel bronceada hasta límites antiestéticos e incluso peligrosos». El hecho de no lograr un tono suficientemente oscuro genera en los tanoréxicos angustia y sentimientos de culpa.

Algunos indicios que pueden detectar que una persona sufre de tanorexia:

  • La persona está muy bronceada pero se ve pálida.
  • Deja de hacer otras actividades por tomar sol.
  • La piel se torna más finita y comienzan a aparecer manchas propias del daño por tanta exposición solar.