Sólo aquellas familias que desean ampliar su amor mediante la adopción de un nuevo integrante, saben a ciencia cierta los conflictos burocráticos y emocionales que eso implica. La intervención del Estado, que estudia con rigurosidad a la familia adoptante a modo de resguardar al menor en cuestión, se ve muchas veces frenada por antiguas reglamentaciones que obstaculizan el proceso.
El Registro Único de Aspirantes a Guardas con fines Adoptivos (Ruaga) fue creado por la Ley provincial 13.093 y empezó a funcionar en junio del 2010 con el objetivo de garantizar el tratamiento igualitario para aquellos que pretenden adoptar bebés, niños y adolescentes. El mismo tiene unas 1.700 familias inscriptas que desean adoptar, de las cuales algunas todavía no han renovado los papeles, informaron desde la institución.
El juez del Tribunal de Familia N° 5 de Rosario, el Dr. Marcelo Molina, habló con Radio Mitre Rosario sobre este tema y dio un panorama de la situación: para septiembre-octubre de este año, habrá unas 600 familias evaluadas en el proceso de adopción.
«Más allá de que existen las leyes, a las cuales hay que adaptarse, cuando se habla de niñez, no se puede globalizar. Es caso por caso, individuo por individuo, sobre todo cuando hay derechos vulnerados. Es un tema muy complejo, que va más a allá de las normas civiles e involucra a las políticas públicas».
«Cuando se habla de niñez no se puede globalizar. Es caso por caso. Individuo por individuo».
Desde Ruaga sostienen que «la adopción es una institución jurídica que tiene por objeto proteger el derecho de niños y adolescentes a vivir y desarrollarse en una familia que le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades afectivas y materiales, cuando éstos no pueden ser proporcionados por su familia de origen».
«Hay casos que se resuelven en 6 meses y, por otro lado, familias que están inscriptas hace más de 10 años y que aún están a la espera».
En ese sentido, Molina explicó que «Rosario se está organizando» para agilizar el proceso de adopción y reveló que «hay casos que se resuelven en 6 meses y, por otro lado, familias que están inscriptas hace más de 10 años y que aún están a la espera». Y prosiguió: «Todo lo que el Estado pone en el sector de Niñez, en cierto modo termina siendo intangible, pero repercute en sectores que van desde la educación hasta la salud».
Molina expuso en su libro «¿Cuánto tiempo es un tiempito?» pequeños relatos de experiencias que fue recopilando a lo largo de su carrera. De hecho, el título del libro surgió luego de que una de las niñas entrevistadas le preguntara cuánto tiempo iba a tardar él para encontrarle una familia. El juez le respondió: «Un tiempito». Seguidamente, la menor le cuestionó: «¿Cuánto tiempo es un tiempito?».
Al respecto, el juez explicó: «El tiempo de espera al que me refiero con `¿Cuánto tiempo es un tiempito?`, es ni más ni menos que el tiempo de espera que tienen los chicos. Cuando vos tenes un menor cuyos padres son vulneradores de derecho y el Estado tarda en tomar una decisión para sacarlos de esa situación y colocarlos en el sistema de adopción, precisamente ese es el punto más importante a tener en cuenta y no el de los padres adoptivos».
«El tiempo de espera al que me refiero con `¿Cuánto tiempo es un tiempito?´, es ni más ni menos que el tiempo de espera que tienen los chicos».
Se sabe bien que no todos los casos son iguales. Hay muchas situaciones complejas que a veces terminan con la no adopción. Sobre eso, el juez subrayó: «No es cuestión de cargar tintas sobre las familias adoptivas. Cada una tiene que saber hasta dónde le da el cuero. ¿Te da el cuero para recibir en tu casa a varios hermanitos o chicos con problemas de salud y emocionales o mismo a un recién nacido? Esa es la pregunta que debería hacerse cada familia». Por último, habló de mayores de edad que viven en hogares: «La Dirección de la Niñez, una vez que cumplen 18 años, los sigue atendiendo y no se aleja del lugar donde están viviendo».