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viernes 19 de abril del 2024

A mano armada contra los agrotóxicos

Alesio Domínguez es un productor ganadero de Urdinarrain, un pequeño distrito entrerriano con una característica particular: es una localidad con uno de los mayores índices de concentración de glifosato a nivel mundial. Domínguez no es conocido por eso, sino por tener que defender su campo de las fumigaciones a mano armada.

“Tenía una hilera de árboles de duraznos y paraísos en mi casa, pero al tiempo una empresa arrendó el campo de al lado y empezaron a fumigar con los ‘mosquitos’ (maquinaria utilizada para pulverizar). Los árboles se me morían, la chancha me ‘malparía’, encontraba gallinas muertas, siempre pasaba algo», relató Alesio Domínguez al medio Tiempo Argentino.

Alesio habló con los vecinos y les advirtió que debían dejar de fumigar tan cerca del alambre divisorio. Ante la indiferencia a su reclamo, debió probar con otro argumento. “Sentía el olor a veneno en la boca, en el mate. Así que cargué el fusil que uso para cazar y, cuando el mosquito se acercó, salté el alambre y encañoné al dueño. Le dije: ‘ustedes me fumigan como si fueran los amos de todo, porque son gente de mucha plata y están acostumbrados a pasar a la gente por arriba, pero si yo los tengo que cagar a balazos para que no envenenen a mis gurises, lo voy a hacer. Tengo balas para todos‘”, cuenta.

Alesio explicó que le da bronca quedar como “el loco de la película”, pero sabe que “esto se tiene que terminar, porque ya murieron muchos gurises».