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martes 30 de abril del 2024

El impuesto a la distancia del Obelisco

Ahora mandaron a pedir que les agreguen vacantes para extranjeros porque tienen tanta plata que compraron de más. Boca y River se llevan la mitad del dinero que paga la televisión, y con el sueño de convertirse en los Barcelona y Real Madrid del sur, necesitan volver a tocar el reglamento porque pasaron el límite de la tarjeta. Después vienen los llamados equipos grandes: Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez. Más tarde, en la tercera categoría, con otros veinte, Central y Newell´s.

La importancia de Rosario para el fútbol nacional es indiscutible. Lo podes medir en los jugadores que aportó a la historia grande del futbol argentino, en los técnicos, pero sobre todo en la pasión que genera. Lo debieran saber los que sólo se ocupan del negocio. La pasión hace girar la rueda, es la que convierte al fútbol en un negocio previsible. La pasión es la que hace que el amor por una camiseta pase de generación en generación y se compren -cuando ellos venden- ropa, entradas, figuritas.

La ciudad genera valor para toda la industria del futbol. Y está llena de gente que se ocupa del asunto. Quién  vivió un clásico rosarino tiene derecho a reírse de los superclásicos que les venden a los turistas en las guías de los hoteles porteños.

Sin embargo, esta temporada nos tocará asistir a la oficialización de la injusticia. Los nuevos dueños de la AFA condenaron al fútbol rosarino a sufrir casi una sanción económica. Es el impuesto a la distancia del Obelisco.  De la General Paz para allá, sos equipo chico.

No hace mucho tiempo me crucé en un restaurante con un importante dirigente de River. Le hice un chiste absurdo, casi con el único objetivo de pronunciar la palabra “Pinola” delante suyo. “Es que ustedes nos dieron muchas vueltas por Salazar”, me retrucó, y entendí que en el fondo estaba ofendido porque su deseo no se había hecho ley de inmediato. Cómo puede ser, me gusta un jugador y no me lo venden al toque. Tienen el poder y van a seguir operando con esa lógica.

Hay que hacer política. Los dirigentes porteños lo hacen y benefician siempre a los mismos. La única solución posible, desde mi perspectiva, es que la ciudad enfrente seriamente a quienes hoy gobiernan el fútbol. Creo que la clase política debe ponerse al frente del asunto. Ya que no pueden arreglar lo difícil, por lo menos que muestren voluntad con lo fácil: que lo pongan en palabras, que lo denuncien.  Hablar del tema en la campaña y accionar desde lo institucional. Romper la discriminación del reparto económico, puede traer muchas alegrías a una ciudad que las necesita.

En mi primera columna para este nuevo medio digital, creí que iba a aprovechar para hacer algo de humor canalla, pero preferí ocuparme de este asunto. Para que sigamos cargándonos durante mucho tiempo, tenemos que existir mucho tiempo.