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domingo 28 de abril del 2024

Un corte por un abrazo

Por Matías Gregorio.

“Siempre hay tiempo para hacer las cosas que uno quiere” afirma Diego Bufarini. Peluquero, oriundo de Las Rosas, comenzó a estudiar en Rosario en 2001, viajando a dedo todos los días debido a que no estaba atravesando un buen momento económico. Con el tiempo, logró tener su peluquería y crecer como profesional. Hace dos años decidió devolver todo lo que su trabajo le dio. Primero, tomó la iniciativa de ayudar en un comedor infantil en su localidad. Luego, comenzó a aprovechar los lunes para cerrar su negocio y recorrer los 120 kilómetros que lo separan de Rosario para cortarles el pelo a las personas en situación de calle.

-¿Cuándo comenzaste a trabajar como peluquero?

-Siempre me gustó cortar el pelo. Tenía mi maquinita, le cortaba a mis amigos y pensé que podía ser mi profesión. Entonces en el 2001, como pude, me fui a estudiar a Rosario. El país estaba en un momento difícil, literalmente no tenía un peso. Me iba a dedo y mi vieja me ayudaba con el curso. Finalmente arranqué a trabajar en el 2002, cuando me recibí.

– ¿Cómo fue que empezaste a realizar los cortes solidarios y por qué te surgió la iniciativa?

-En primer lugar, desde hace dos años voy al Centro de Acción Familiar, en Las Rosas, mi localidad, que es conocido como el comedor escolar y cada 15 días la directora me llama para decirme que tiene unos 10 chicos para que les corte. Un día caminando por Rosario, más precisamente por Oroño, me puse a mirar a la gente que en situación de calle, de mirarle la cabeza y pensar ´¿Por qué no? ¿Por qué no ayudarlos a ellos también?´ Así comencé a ir casi todos los lunes, o cada 15 días.

-¿Cómo es la relación con la gente en situación de calle? ¿Cómo te acercas a ellos?

-Yo voy caminando, llevo mi cinturón con las tijeras y cuando veo una persona en situación de calle me le acerco, me pongo a hablar un poco y les ofrezco el servicio de cortarles el pelo. Primero, se piensan que es un chiste, se ponen medios a la defensiva, piensan que les voy a cobrar. Hasta que entramos en confianza y a fin de cuentas nunca ninguno me dijo que no, siempre terminan accediendo.

-¿Ya perdieron ese miedo y te conocen después de haberte visto más de una vez?

-Sí, por Oroño desde Pellegrini hasta el río los conozco a todos prácticamente, porque eso es lo que más camino. Pero después también hago un poquito Pellegrini y Alvear.

«Cuando termina el corte, yo les cobro con un abrazo, y en el abrazo siempre hay un llanto».

-¿Qué notás con ellos? Siempre el peluquero tiene un rol de psicólogo pero acá debe ser especial…

-Si, a veces soy psicólogo y a veces también soy paciente. Tienen historias muy fuertes. Ya de por sí vivir en la calle es una historia fuerte. Hay casos de abandonos de familia. Por ejemplo, el lunes estuve con un muchacho que es de Tucumán, que hace 5 años que está en Rosario y no consigue que su mujer también venga porque no tiene algo estable. Ahora le dieron una casa por un plan y va a intentar que su esposa se mude hacia la ciudad. Historias como esas hay muchas. Se les nota el dolor porque siempre terminan llorando. Cuando termina el corte, yo les cobro con un abrazo, y en el abrazo siempre hay un llanto. También siempre está Dios presente en todo. Todo es gracias a Dios para ellos.

-¿Qué generó en vos la repercusión que tomó esto?

-Me llamó mucho la atención la repercusión que tuvo. Por un lado, digo ´que pena que ayudar a alguien llame tanto la atención´, y por otro, ´que bueno que suceda eso´, así la gente también se puede prender en lo que pueda.