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viernes 19 de abril del 2024

Rafael Bielsa: «El peronismo tiene que tener cuidado con las traslaciones apresuradas»

El ex canciller, ex candidato a la gobernación, poeta y ensayista presentará este jueves su libro «Rojo Sangre», una novela poco ficticia sobre el narcotráfico. Antes de la presentación, que será este jueves a las 19 en Sarmiento 829, dialogó con Rosario Nuestro sobre su pasaje por la política y la actualidad del peronismo en el país y la provincia.

– ¿Cómo es, después del paso por la política, escribir una novela y volver a la escena pública, pero desde el arte? 

– Es mejor. La política es muy inhóspita, muy áspera. Cuando sos político pedís un voto. Pedís, eso es incómodo, porque sabes que muchos están pensando que sos un vivo, un pícaro, que estás atornillado a los sillones. Son prejuicios para los cuales le hemos dado motivos a la ciudadanía. En cambio, cuando presentas un libro, venís a ofrecer tu corazón. Porque es lo mejor que le podes dar a la gente.  La literatura siempre me acompañó. Como lector y como escritor. Mientras fui canciller, siempre llevaba un cuaderno de notas y escribí un montón de cosas, algunas las publiqué. Por eso, no es que yo no volví a la literatura, sino que me alejé de un ámbito donde me pareció que ya no tenía nada más para dar. La sociedad ya se había pronunciado. Yo perdí tres elecciones. Tampoco es divertido transformarse en un perdedor de elecciones sistemático y profesional.

– Hace poco dijo en una entrevista que no volverá a presentarse en las elecciones. ¿Es fácil haber participado en la política y ahora mirarlo de afuera? ¿Se puede ser un ciudadano más?

– No es fácil. Yo soy un convencido de que la política es la herramienta para transformar la realidad en beneficio de los más humildes y los que más necesitan. Estar afuera es haber renunciado a la gran carta, a la más importante. Y te duele, porque es un fracaso. Pero hay que aprender a vivir con eso. El mundo no es de los triunfadores exclusivamente, también los que fracasamos tenemos un espacio bajo el sol. Entonces, me duele por eso. Pero no tengo enojo. Tengo el alma en paz, porque más de lo que hice no podría haber hecho.

– ¿Dónde cree que falló?

– Pienso que tal vez mi mensaje no se entendió, o no era el momento, o hablaba de cosas que todavía no se veían con claridad. Yo empecé a denunciar a funcionarios del gobierno socialista sobre temas vinculados con el narcotráfico hace cinco años, por ejemplo. En ese momento, me decían que era un destituyente. Cuando renuncié a la Sedronar, (el actual ministro de Seguridad) Pullaro me metió una denuncia penal, sin motivos. En eso digo que la política es áspera. Lo miro desapasionadamente, con dolor. El dolor de dejarle a mis hijos un país peor del que me dejaron mis padres.

– Pero a la vez, lo electoral es sólo un terreno de la política. La política también es todo, ¿no? ¿La literatura no puede ser una forma de hacer política?

– También. Pero a mí me parece que, citando a Lenin, todo es ilusión menos el poder.  El poder no está en la literatura, está en las políticas estatales. Los que transforman la realidad lo hacen desde la estructura estatal. Y por eso cuando Néstor Kirchner se hizo cargo de la presidencia tenía tal obsesión por reconstruir el aparato estatal. Él decía que sin un estado mínimamente eficiente, no se puede marcar agenda. Yo lo tengo muy claro a eso, porque antes de la política electoral yo fui un cuadro técnico del Estado, tuve una carrera en el Ministerio de Justicia. El Estado es fundamental. Yo ahora miro sin ira ni vanagloria, como dice San Pablo. Miro desde afuera.

– Y desde afuera, ¿cómo está viendo el año electivo del peronismo en Santa Fe? 

– Yo sigo pensando que el peronismo es una idea muy poderosa cuando se expresa de la mejor manera, es decir, no beligerante. Es una idea de igualdad, solidaridad, fraternidad. Son ideas que siguen siendo atractivas. Dicho esto, digo: ´ojo con los análisis apresurados´. En 2007, la suma de mis votos más los de Agustín Rossi superaban en cien mil al Frente Progresista Cívico y Social. Y Binner me ganó. Entonces, cuidado. Cuidado con las traslaciones apresuradas. Yo le deseo lo mejor al peronismo, porque soy peronista.

– Usted habla de las mejores maneras de expresar el peronismo. ¿Le parece que el peronismo de Santa Fe va en un buen camino a esa expresión?

– No. Ni el santafesino ni el nacional. Me parece que el peronismo se transformó en un delta, donde hay muchas expresiones. ¿Qué es el peronismo? ¿La liga de gobernadores? ¿Los que son una promesa presidencial, como puede ser Urtubey? ¿La expresión edulcorada del peronismo de Sergio Massa? ¿La versión furibunda del kirchnerismo? ¿Cuál es el peronismo? Hay una dispersión que no nos hace bien. Me parece que habría que encontrar anclajes a un proyecto que no está para nada superado, que es el de un populismo pero con un anclaje riguroso en un plan económico sostenible.  Kirchner siempre decía que prefiere crecer veinte años al 2, que cuatro años al 20. Porque 20 años al 2 cambia una cultura.

– Y en estos diez años, ¿no se llegó a cambiar una cultura? 

– Ni más ni menos. Porque la gente se siguió refugiando en el dólar, siguió jugando en contra. El gobierno decía «hoy va a llover», y la gente salía en zunga. No se llegó a cambiar. Son los males de la Argentina. Pero por otro lado, pienso que a Macri habría que tomárselo más en serio, estudiarlo más, ser respetuoso con las reglas democráticas, no descalificar con ligereza. Nosotros hicimos muchas cosas para perder las elecciones.

– Como que se subestima al gobierno nacional, ¿no?

– Sí, y no entiendo por qué. A mí no me gusta que me subestimen y por eso no lo hago. Yo, en lo personal, no creo en su plan económico. No creí, no creo, no creeré. Pero bueno, ganó la presidencia y no le fue mal en las últimas primarias. ¿Por qué no estudiamos los comportamientos y tratamos de ser mejores como oposición?

– El país está muy movilizado por el caso de la desaparición de Santiago Maldonado. Usted, durante la dictadura, estuvo secuestrado, y por un tiempo, desaparecido. ¿Cómo le atraviesa este caso? ¿Qué análisis hace?-

–  Tengo dos o tres cosas para decir. En primer lugar, me parece que nadie en los sectores públicos está jugando para la aparición con vida de Santiago Maldonado. La sociedad hace mucho más que la institucionalidad. Pareciera que lo menos importante es que un chico desapareció, y eso no es admisible en un gobierno democrático. Lo segundo, es que Argentina es un velorio de cuerpos presentes. No enterramos a nadie. Seguimos con el cadáver de la bomba en la Embajada de Israel, el cadáver de la bomba en la AMIA, el cadáver de la muerte de Nisman. Y es muy difícil, para los que padecen el dolo de no enterrar a su ser querido, metafóricamente, no saber la verdad. Es muy difícil así contar con esas personas en términos de democracia activa y no de democracia destructiva.

–  ¿Y el tercer tema?

– Me parece que las instancias públicas actuaron de una manera muy poco profesional, muy poco seria. Han cometido tantos errores. Haciendo la salvedad de que la quiero mucho a Patricia Bullrich, o sea, hablando desde el afecto, me parece que no era necesario que ella exculpara a una fuerza de seguridad como Gendarmería. Esa declaración entorpece la investigación judicial, pero además, la realidad la desmintió. Ese error intoxicó mucho la situación y se multiplicó: con las declaraciones de Pablo Noceti, con el periodismo que no ha dejado desmán por cometer. Y hay un chico desaparecido y pasan los días y no aparece.

– Y eso parece tan simple, tan lógico. Si hay alguien desaparecido, hay que buscarlo. 

–  Cuando pareciera ser tan simple. Si te pones a pensar en los últimos atentados que conmocionaron al mundo,  lo primero que hay es una clausura absoluta de información. A los pocos días o hay abatidos o detenidos, y los que no están detenidos, tienen pedido de captura. Así si hay posibilidades. Lo que está pasando en nuestro país es horrible.