sábado 11 de mayo del 2024

«Pensé que era la vida que me tocaba vivir»: María Eugenia estuvo 23 años secuestrada por su pareja y hoy puede contar su historia

Fueron más de dos décadas de torturas, violaciones sexuales, golpes y de vivir un calvario. Oscar Racco fue condenado la semana pasada y la mujer, más tranquila por el fallo judicial, rehace su vida.

María Eugenia vivió 23 años cautiva, secuestrada, maltratada y violada por su pareja, Oscar Alberto Racco, quien fue condenado la semana pasada a 26 años de prisión efectiva. La mujer conoció de joven al hombre y su vida se tornó un infierno por más de dos décadas. En 2019 se escapó de las cadenas de su secuestrador y hoy, más tranquila por la condena, puede contar su historia.

Los 23 años de María Eugenia se desarrollaron dentro de cuatro paredes, en una pequeña habitación de una casa de Rodríguez al 3500. Allí estuvo encadenada y fue golpeada y violada sexualmente por su captor.

En diálogo con el periodista Andrés Cánepa, conductor del programa El Puente que se emite por Radio Mitre Rosario, María Eugenia contó su historia.

  • ¿Cómo empezó todo?

María Eugenia: Empezó con una relación con una persona que era mucho más grande que yo. Fue un noviazgo, yo tenía 18 años cuando lo conocí y a él lo veía como muy caballero, muy presente, atento, como otro tipo de hombre. Ahí empecé a confundir una persona violenta y agresiva con una persona que te cuida.

Quise cortar varias veces con él y no pude. Me llamaba al trabajo, sabía todos los movimientos de lo que hacía. Al principio me contaba que era un ex combatiente de Malvinas y cuando tuvo el primer episodio violento me pedía disculpas, excusándose en lo que había pasado, que venía de un mal matrimonio, que había sido engañado, había sido muy traumatizado. Yo caía y le crecía.

En otro momento intenté cortar y se armó una discusión fuerte en mi casa y terminamos en la Comisaría 15º de Rosario, en 1996.

A partir de ahí empezó el calvario de mi vida, porque empecé a estar encerrada en un cuartito de arriba de la casa de él. Empapeló todas las ventanas y mi familia no sabía donde estaba. A los tres días llamó por teléfono a mi casa y yo tenía que pedir que mis papás levanten la denuncia que habían hecho contra él. Me escribió en un papel lo que tenía que decir. Tenía que pedir hablar con mi papá, porque según las deducciones que sacaba, la hija mujer es más pegada con el padre. Cuando la conversación se tornaba emotiva yo lloraba, él me cortaba el teléfono y se ponía agresivo.

Cuando pasaron 15 días y no levantaron la denuncia, me llevó a un tanque de agua del patio y me agarró a golpes de puños, de patadas y a cintazos. Con una tijera me cortó el pelo, me dio otra ropa y prendió fuego la mía. Me decía que no podía correr el riesgo que me encuentren donde estaba.

Oscar Alberto Racco fue condenado a 26 años de cárcel

Un día me encadenó y así transcurrieron los primeros años encadenada. Orinaba en un cesto de papeles y después me dejó un palo de escoba para que golpee el techo en forma de aviso, y la madre iba, me sacaba la cadena, me llevaba al baño, volvía a subir y me encadenaba otra vez.

  • ¿Entonces la madre fue cómplice?

María Eugenia: La madre y el padre, porque estaban al tanto de lo que pasaba. Vieron los golpes. Era una familia de perversos. La mamá ya falleció y el padre también, fue detenido antes y murió en prisión domiciliaria.

  • ¿Cómo siguió todo?

María Eugenia: Cambió la relación cuando se enfermó su mamá, tenía un cáncer, entonces no había quién se haga cargo de hacer lo mandados, llevarla al médico y todo eso. Él (Oscar Racco) empezó a sacarme del cuarto, pero iba junto conmigo hasta a sacar la basura. Yo iba o volvía corriendo bajo la mirada de él y siempre con miedo.

Llegué a estar internada con la madre y él se metía armado adentro de un ropero en el hospital. Yo me hacía cargo de la casa , de la madre que estaba operada, de bañarla, darle de comer.

  • ¿Qué sentías en tu cabeza?

María Eugenia: Siempre me decía, ‘el hombre es una animal de costumbre’, y pienso hoy en día y digo que yo fui un perrito amaestrado por 23 años. Llegué a saber qué contestar para que él no se ponga violento, qué cocinar para que no se enojara, qué decir que sí y qué no. De todas las ordenes a cumplir.

  • ¿Tu familia te quiso rescatar?

María Eugenia: Mi familia puso un abogado en medio de un gran hecho de corrupción y falta del estado. El abogado los representó en un primer momento y se alejó. Le dijo a mi mamá que no los representaba más porque recibió amenazas contra él, su familia, su estudio jurídico. Todas amenazas de él (Oscar Racco).

Él (Racco) se paraba afuera de la casa de mis papás, sabía qué hacía mi hijo, que iba a tal jardín, que estaba grande, que iba a la escuela de doble turno, que iba a la facultad estudiaba tal cosa… Sabia lo que hacía mi papá, dónde repartía mercadería y me decía: ‘Por ese barrio hay muchos repartidores muertos’.

Yo traté, en un miedo gigante, de proteger a mi familia. En un momento pensé que era la vida que me tocaba vivir para que mi familia y mi hijo estén bien.

María Eugenia junto a su hijo, tras la condena de Racco
  • ¿Cómo te escapaste?

María Eugenia: Un día él me despierta a las 6 de la mañana para barrer las hojas en la vereda, le molestaban. Barrí casi toda la cuadra y me dijo que me acueste de nuevo. A las 10 me levantó otra vez y me dijo que había hojas otra vez. Salgo con la pala, junto todo y en un momento me dice “boluda, entrá que me cago”.

Pasó la puerta del pasillo y me estaba esperando con la puerta abierta del cuarto. Él no puso los candados de la puerta de adelante, cosa que siempre hacía. Al ver que no estaban los candados sentía que era momento de irme. Tenía un terror de salir y que él también saliera.

Escucho que él abre la canilla del baño, calculé que se iba a afeitar la cabeza y que iba a demorar. Me paro contra la pared del año y en un momento escucho que golpea la maquina de afeitar en el lavatorio. Mi corazón me decía que era ahora o nunca. Entré muy despacio a la casa, agarré un monedero con 600 pesos, la maquina de cocer y unas fotos de mi hijo y salí con el corazón en la boca y tratando de no hacer ruido.

Corrí hasta boulevard Seguí y Santiago, media cuadra de la casa, pero para mi eran 10 kilómetros. Tenía miedo de que algún vecino le diga que yo me escapé. Tomé un taxi y pedí ayuda en una estación de servicio.

Me costó mucho encontrarme con mi familia, que no vivían donde siempre. Los contacté a todos por Facebook. Tenía un celular sin crédito que él me dio para llamarme. Nadie me contestaba, todos tenían miedo. Terminé en la casa de una tía donde la llama por teléfono a mi hermana y ella decide ayudarme.

  • ¿Pudiste recuperara relación con tu hijo?

María Eugenia: Sí. Cuando logré escaparme me quedé en casa de una tía en otra provincia. Ahí lo llama a mi hijo y le pregunta si estaba dispuesto a recibirme y a ayudarme en todo lo que se venía (la denuncia y el juicio). Mi hijo ni lo dudó, salió del trabajo y me fue a buscar.

  • ¿Cómo rehacés tu vida?

María Eugenia: Me recibí de masajista terapéutico. Además estoy estudiando en este momento. Estuve trabajando en un geriátrico y limpiando casas. Ahora fabrico alfajores y salgo a vender en la calle, a los parque o a las plazas.

Estoy agradecida de que se pudo hacer justicia y con la fiscal que intervino en el caso. Todas las investigaciones que hicieron, han logrado encontrar muchas pruebas de 23 años.

Lo que más esperaba era justicia, y la obtuve. A mí me dieron la tranquilidad de que son 26 años. La única cosa que para mí no se puede volver es el tiempo atrás, pero la justicia sancionó.