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jueves 28 de marzo del 2024

No me arrepiento de este amor

Cantando y bailando un tema de Gilda arrancó el presidente su mandato en 2015. Y no se arrepiente de nada. La autocrítica sigue siendo nula y la responsabilidad de lo que sucede, para el gobierno, es toda del kirchnerismo. Van casi 3 años y es tiempo de balances.

Un diciembre prometedor el del 2015. Retirada del cepo cambiario, cumplimiento de deuda, salida del default y una fuerza del voto que los dejó acomodar las cosas. Pero ya en marzo de 2016 arrancaron las malas noticias que Macri quiso evitar desde el vamos: inflación alta, tarifas por las nubes, dólar “sincerado” y un panorama de baja del consumo alarmante. Y el 2016 fue muy difícil.

Si ese era el camino o no, hoy no lo sabemos. Con el diario del lunes podemos decir que aquellas políticas de Prat Gay para la economía a lo mejor eran más lógicas que lo sucedido desde diciembre del 2017 cuando se hicieron de las decisiones financieras otro grupo de gente. El 2018 parece calcado a aquel 2016. Una devaluación del 100%, una inflación del 40%, desocupación en alza, pobreza en alza y tarifas disparadas a través del retiro de subsidios.

El 2017 fue el año de “bonanzas” y le alcanzó el rebote lógico de la actividad económica para quedarse con las elecciones intermedias. Cambiemos, con la marca solamente, se quedó con casi todos los distritos que se propuso y consiguió el aval del electorado para ratificar el camino. Tal vez eso los confió y profundizaron lo que venía siendo gradual hasta ese momento.

Pero la confianza después de esas decisiones fatídicas sobre finales de diciembre hicieron que se pierda la confianza y el mercado empiece a buscar nuevos horizontes. La sequia hizo mella en el ingreso de divisas norteamericanas y ya no alcanzaban los dólares del Banco Central para sostener la estabilidad. Y llegó el FMI.

57.100.000.000 de dólares de préstamo a Christine Lagarde para calmar las cosas, poner condiciones para el Banco Central y después ver cómo seguimos. Apostamos nuevamente a una cosecha récord y a especular con que el apoyo del Fondo haga que los mercados vuelvan a creer en Argentina, ya que no hay peligro de un nuevo default porque vuelve a haber garantías de pago.

Nicolás Dujovne se los fue comiendo a todos y se quedó con el manejo de las finanzas nacionales. Primero le ganó la pulseada a Prat Gay, más tarde corrió a Federico Sturzenegger, después se despegó de Toto Caputo y finalmente se salió con las suyas en las negociaciones con el FMI.

El año que viene seguramente, después de esta profunda depresión de la economía, habrá un rebote y la plata puede volver a aparecer un poco en el bolsillo de algunos trabajadores. Pero con las condiciones de no emisión de moneda y el extremo control sobre el gasto, parece ser mas una ilusión del gobierno que una realidad posible.

Se vienen meses, y años, difíciles en Argentina. Y habrá que empezar a contar las costillas propias para entender también qué pasa que estamos tan mal. No solamente la herencia es la culpable, a esta altura los errores no forzados de Cambiemos también han aportado mucho para llegar a vivir esta crisis que parece no tener salida a corto plazo. Macri no se arrepiente de nada, aparentemente.