18°
viernes 29 de marzo del 2024

Montero y la bipolaridad canalla

Seguramente será muy difícil encontrar una semana tan bipolar y ciclotímica como la que protagonizó Central en los últimos 7 días. Después de la goleada en casa ante Banfield dio el gran batacazo frente a Boca en Copa Argentina, pero rápidamente volvió a su peor versión en el torneo y cayó en San Juan.

Tres partidos en 7 días con resultados y funcionamientos bien diferentes, pero que tienen en Paolo Montero al denominador común como el gran responsable de todo lo que pasó, tanto de lo bueno como de lo malo. Del triunfo y pasaje contra el mejor equipo del país, pero también de las dos derrotas consecutivas en el certamen local.

Él fue el encargado de armar el plantel (junto a una errática Comisión Directiva) y es él quien decide la estrategia y composición nominal de los equipos. El gran planteo táctico frente a Boca, donde Montero acertó con la planificación y los jugadores estuvieron a la altura en la ejecución, expone y acrecienta aún más los traspiés en la Superliga.

De los 7 partidos oficiales del semestre, el único aprobado fue ante el Xeneize. Sacando ese encuentro – a esta altura, un verdadero oasis – fue de mayor a menor. Desde el debut con empate frente a Colón a la vergonzosa actuación contra San Martin, retrocedió varios casilleros. Siempre arrancó ganando de visitante, nunca pudo mantenerlo y ayer encima se lo dieron vuelta. Una clara muestra de la inestabilidad y vulnerabilidad, que gobiernan al plantel de Montero.

Central volvió a ser el equipo sin ideas ni identidad para atacar, previsible y lento para las transiciones, con una defensa que se repite en errores infantiles y un arquero habitualmente cómplice de los goles que recibe.  La seguridad y concentración que se vio y destacó contra Boca, ayer fue todo lo contrario.

Si bien la roja a Parot parece ser el quiebre del partido (el momento en el cual cambia de manos), minutos antes Montero dejó en claro su preferencia, al sacar al siempre sacrificado Herrera e introducir a un confundido Carrizo. Volante por delantero para cerrar el partido era la idea, pero se provocó el efecto adverso. En menos de 5 minutos, Central pasó de ganador a perdedor, con dos centros llovidos, defensores estáticos y el mencionado Ruso Rodríguez como espectador privilegiado de todas las pelotas que entran en su arco.

Ya en desventaja, Montero se inclinó otra vez (como en la goleada ante Banfield) por juveniles que están verdes y faltos de confianza para jugar en Primera. Así consumó Central una nueva derrota, con dos expulsiones, un penal en contra, chicos del club tirados en la cancha y nuevamente la sensación de que todo era evitable.

El balance del arranque de semestre es clararamente negativo. No alcanza sólo con un buen partido de octavos de final de Copa Argentina. Se gastó demasiado dinero en el último mercado y las expectativas se ubicaron bastante más alto que avanzar una fase más en el torneo que fue karma para el canalla en los últimos años. Hasta ahora, ni Montero como cabeza, ni los refuerzos que llegaron (fundamentalmente Romero y Gil) ni varios de los que estaban (Rodríguez, Leguizamon, Carrizo entre otros) estuvieron a la altura.

Cuando parecía que la victoria frente a Boca iba a fortalecer al equipo, se produjo el resultado contrario. El rebote fue negativo y el aire que habían conseguido Montero y los suyos se consumió demasiado rápido. Sin embargo, por la paridad del campeonato, la escasez de recursos de gran parte de los rivales y la permanencia en la Copa Argentina, todavía existe margen para encausar la historia y que este flojo arranque de temporada sólo sea un mal recuerdo.