18°
viernes 26 de abril del 2024

Médicos exhaustos, pocos recursos y maratónicas esperas en los hospitales

Por Alejandro Epifani y Joaquín Tell.

No menos de 20 personas aguardan a ser atendidas en la sala de espera del Hospital Provincial un día de semana a las 2.30 de la madrugada. El establecimiento, que está cuidado y se ve limpio, está esta noche a cargo de solamente dos personas: el doctor Sebastián Torres y Natalia Pascual, ambos médicos de guardia rotativos. Se ven cansados, pero aún así se ofrecen a dar un tour guiado por los pasillos, salas y consultorios, mientras explican sus roles y el funcionamiento del servicio.

«Hay un sector donde se recibe a los pacientes, se dan los datos personales y motivos de consulta; un sector de laboratorio, donde se realiza el diagnóstico por imágenes y los análisis pedidos. Por otro lado, tenemos la parte de internación ambulatoria, donde se decide si quedan internados por más tiempo en una sala o si se les da el alta en el momento», comenta Pascual en la recorrida por la guardia.

La charla sobre cómo funciona la guardia, las condiciones laborales y las extensas esperas, se da naturalmente. Ambos parecen estar acostumbrados a las quejas de los pacientes que a veces deben aguardar más de cuatro horas para ser atendidos. La demanda es mucha y el personal médico escasea. Es una realidad compartida, que padecen tanto médicos como pacientes.

Ellos entienden que a veces parece inhumano lo que soportan los pacientes, pero argumentan que los médicos no dan abasto para atender a todos a la vez, aunque a veces lo hacen de a dos pacientes en una misma camilla porque no hay dónde ubicarlos.

«La realidad desde adentro es distinta. A veces no hay camas de internación porque está todo abarrotado. Se demora la atención por eso, porque no tenés donde hacerlos pasar», explican. No obstante, la doctora Pascual también muestra la otra cara de la moneda y advierte: «La gente consulta por todo, hasta por un certificado médico que no tendría que ser tarea de la guardia».

«La guardia teóricamente es un lugar para atender urgencias, y la gente la mal utiliza».

Su colega, el doctor Sebastián Torres defiende el accionar médico y agrega: «La guardia teóricamente es un lugar para atender urgencias y la gente la mal utiliza. Consulta por patologías que no son urgentes, como por ejemplo una gripe, que lo podría ver por consultorio. Si vos no tenés camillas, no tenés a donde llamarlo para atender, eso hace que se te demoren las cosas. Se genera un cuello de botella y la gente espera dos horas”.

«El problema grande sigue siendo la mala utilización de la guardia, es decir, no se usa para urgencias y la gente consulta por cualquier cosa que podría verse en un consultorio o centro de salud. El sistema de salud está dividido en niveles: el primero, que son los centros de salud; y el segundo, que son los hospitales de mediana complejidad. Después de eso estamos nosotros, que somos de alta complejidad. El motivo de consulta simple y complejo es en la misma guardia y se satura».

Los médicos se muestran tolerantes y amables con los pacientes que, ante horas y horas de espera, se enojan y exigen ser atendidos. Sobre eso, la doctora María Rosa Manai dijo: “Al sistema de guardia para agilizarlo se le debería poner más gente, que se especialicen en baja y alta complejidad. En el caso de una emergencia se atiende esa emergencia y no al tipo que tiene 38º de fiebre y dolor de garganta. Ese se va a tener que esperar, y las esperas son largas en todas las guardias. No hay cupos de camas, uno tiene que derivar y no tiene dónde. Es una demanda muy alta”.

«En el caso de una emergencia se atiende esa emergencia y no al tipo que tiene 38 de fiebre y dolor de garganta».

En los hospitales Eva Perón y el Centenario el panorama es el mismo, caótico. La atención al público es inexistente y los pacientes patean puertas y agreden con gritos al cuerpo médico para ser atendidos. En tanto, los profesionales se la rebuscan como pueden para maniobrar con la demanda y los bajos recursos.

Al respecto, dos doctoras, una del Hospital Escuela Eva Perón de Granadero Baigorria y otra del Centro de Salud N° 6 Eva Perón de Rosario, se muestran angustiadas frente a la situación con la que deben lidiar en las guardias, pero aclaran que hay dos cuestiones que generan las demoras en la atención de los pacientes: una es la mala utilización de las mismas como lugares donde se tratan emergencias médicas y problemas de alta complejidad; y la otra, es la falta de camas y lugares para ubicar a los pacientes.

Para ambas, una cuestión es consecuencia de la otra. «La guardia se utiliza para personas con problemas que realmente requieren atención inmediata y que no lo podes solucionar en tu casa ni esperar a ir a tu médico de cabecera al día siguiente. Esto no se respeta y la gente va por problemas menores, entonces se colma de personas, se ocupan todas las camas y se genera un problema de disponibilidad», explica una de ellas.

«La guardia se utiliza para personas con problemas que realmente requieren atención inmediata. Esto no se respeta y la gente va por problemas menores, entonces se colma de personas».

Las guardias funcionan las 24 horas. Por lo general hay un médico clínico y un médico cirujano, residentes, medicatos y estudiantes haciendo las PFO. Además, cuentan con los servicios de tomografía, diagnóstico por imagen y laboratorio. Para los médicos, hay un sector de cocina para que puedan alimentarse y habitaciones con camas para que puedan descansar por breves lapsos durante los maratónicos turnos.

Los problemas de violencia dentro de las guardias suelen -según cuentan los propios médicos- reducirse a insultos y gritos, pero no es común que pasen a mayores. La mayoría de los médicos se sienten seguros trabajando en los hospitales públicos, aunque admiten que las malas experiencias siempre fueron un desencadenante de las largas esperas e impaciencia de los pacientes.

Otra doctora explica: «Si vos tenés a alguien que está hace 4 hs esperando y no se siente bien y no hay nadie en recepción que le explique diciendo ´mire señor, usted va a esperar tres horas pero va salir con análisis, con placas, con tratamiento, con todo’, es lógico que ese paciente se violente».

El Centenario, el hospital fantasma

En el Hospital Provincial del Centenario, cerca de las 4 am, la sala de espera está colmada: decenas de personas se atrincheran en la puerta -a la intemperie- esperando para ser atendidos. Al costado, un oficial policial que supuestamente cuida al cuerpo médico mira la televisión, ignorando el caos. La higiene del lugar es dudosa, bastante, y en la recepción sólo reposa un escritorio vacío. La gente, ignorada, sólo espera a ser llamada algún día por el médico. El clima en el lugar se va tornando tenso.

Un señor golpea furioso la puerta de uno de los consultorios. Lo hace repetidamente hasta que aparece una médica que es apabullada en segundos por tres o cuatro personas que le hacen una parva de preguntas. Ante esto, contesta con gritos de soberbia: «Nosotros estamos trabajando. Si la persona que quieren ver está acá adentro, entonces no molesten más y déjennos trabajar tranquilos». Ese hombre que golpeó la puerta, comenta que hace cuatro horas espera los resultados de un análisis.

La suerte, para desgracia de la gente sin prepaga, no es la misma que en el Provincial. Acá ni siquiera hay médicos para poder hacerles preguntas. No aparecen en escena. No dan abasto. Los únicos que siguen en la sala de espera son los pacientes -alterados, desatendidos, desamparados- y el escritorio vacío.