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jueves 25 de abril del 2024

Martínez Lo Re: «El tango es una música inquieta»

El sonido de los violines es el que más se escucha. Corren tiempos de ensayo en La Casa del tango y eso se nota. La música vibra en el espacio de España y el río. Vestido de jeans y camisa a cuadros, Javier detiene a sus dirigidos para iniciar el diálogo con Rosario Nuestro.

Hay que subir la escalera que se ubica a la derecha del enorme galpón para toparse con el camarín que tiene pocas cosas. Eso sí: no faltan las fotos de Gardel, Mariano Mores y de parejas al ritmo del 2 x 4. El maestro Javier Martínez Lo Re prefiere usar esa habitación para la entrevista. Abajo, el ensayo sigue.

«El que sabe toca y el que no, dirige», dice con una frase que grafica su sentido del humor. Cada palabra que pronuncia está teñida de la pasión por el tango al que define como «una música inquieta» y agrega: «Hay un tema para cada momento de la vida».

No obstante, para el director de la Orquesta Escuela de Rosario, lo experimental es extensivo a toda la música. Está convencido del error que significa subestimar la canción de Luis Fonzi «Despacito», porque después de todo «es una melodía» y algo pasa a nivel perceptivo con eso.

Martínez Lo Re discrepa con la intelectualización del arte: la «búsqueda de lo sublime no conduce a nada», señala. «Toda la música que escuchás, sirve», agrega al tiempo que admite las influencias de otros géneros como el clásico y el rock sinfónico e internacional.

Frente al espejo rodeado de luces apagadas, el concertista cuenta que se formó «en épocas de crisis del tango», período que marca entre los ’70 y los ’90. Sin embargo, las dificultades contextuales le dieron la posibilidad de tener maestros como «Domingo Federico y el Cholo Montironi«, a quienes, según él, «tendría que haber saludado desde abajo del escenario». Con Montironi continúa trabajando hasta hoy.

Con el Paraná de fondo tras la ventana vidriada habla desde un lugar nostálgico de la audiencia tanguera tradicional: «Ese público ya no está», menciona. Pero la melancolía se extingue cuando cataloga el presente como una auténtica «primavera del tango».