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jueves 28 de marzo del 2024

Las confesiones de Stiuso en su sorpresiva visita a tribunales

Con el halo de misterio que sigue arrastrando a cada paso, el espía más famoso de la Argentina apareció hoy sorpresivamente en los tribunales de Comodoro Py 2002. Antonio «Jaime» Stiuso, uno de los hombres más poderosos que supo que tener la SIDE y que se convirtió en un enemigo para el kirchnerismo en sus últimos años de poder, sacudió esta mañana la poca armonía que se vive en tribunales de Retiro, desde que estalló la causa de los cuadernos de las coimas en donde él mismo fue mencionado. La muerte de Alberto Nisman y quién lo mató, cuánto cobra de jubilación y hasta su vinculación como subcontratista de empresas investigadas en el caso de los cuadernos fueron algunas de sus revelaciones que dejó su visita a los tribunales federales.

Hasta los propios jueces Leopoldo Bruglia y Mariano Llorens, de la Sala I de la Cámara Federal, se quedaron sorprendidos por la inesperada presencia para una audiencia en donde se debatía la reapertura de una causa penal para uno de sus archienemigos: el líder de La Alameda, Gustavo Vera. Como en un ring de boxeo, Vera y Stiuso se vieron las caras frente a frente en esa pequeña sala de audiencias en donde ellos sólo fueron público y hablaron sus respectivos abogados.

El espía pedía que se abriera una causa que, sin impulso fiscal, la jueza María Servini había archivado y en donde Vera estaba acusado de haber organizado un asado en Moreno, en noviembre de 2016, al que fueron los jueces Sebastián Casanello y Daniel Rafecas y otros funcionarios judiciales.

Pero lo que Stiuso imaginó un simple trámite judicial se convirtió en un inesperado ping-pong de preguntas y respuestas que le hicieron los pocos periodistas que tuvieron la oportunidad de abordarlo y que se fueron aglutinando a su alrededor. La sesión de consultas incluyó una inédita aceptación del espía y su abogado, Santiago Blanco Bermúdez, para retratarse en los celulares de los cronistas.

Fue en un breve intervalo judicial, cuando los jueces dispusieron un receso de diez minutos para debatir entre ellos una resolución a tomar.

Palabra de Stiuso

Entre medias sonrisas y mirada de rayo láser, Stiuso -más flaco, camisa celeste, saco azul, sin corbata y un lujoso reloj- habló de su pasado, su presente y hasta de cuánto cobra de jubilación: tras un reclamo a la SIDE para que le pagaran lo que le correspondía por sus labores, cobra «unos 82, 83 mil pesos» por mes como espía retirado.

En ese ida y vuelta, Stiuso rechazó las palabras del ex juez Norberto Oyarbide que lo acusó de haberlo presionado por la causa de enriquecimiento ilícito de los Kirchner («¿qué significa que acelere un fallo?», respondió) y minimizó la injerencia que se le atribuyó sobre el Poder Judicial. «Yo me reuní con muchos de ellos porque trabajaba con ellos», sonrió. Y hasta negó que su vínculo con el auditor General Javier Fernández esté roto, al señalar a Infobae: «hablé con él hace diez minutos, ¿quiere que lo llame?».

Pero lo risueño fue cuando quiso alivianar su figura de todo-poderoso en las SIDE, diciendo «yo no manejaba nada» y acotar «lo más poderoso era la caja». Hasta llegó a desmentir, ante la incredulidad de los presentes, haber manejado la oficina de escuchas (conocida como OJOTA).

Una cosa llevó a la otra y Stiuso también se allanó a hablar de plata contando que vivía de su jubilación. Dijo que seguía trabajando. Y confirmó que tiene una empresa llamada Construcciones y Tecnología SA –declarada entre sus bienes- que fue subcontratista de la obra pública y que hacía el «frezado» de cemento.

Fue entonces cuando Stiuso aseguró que varias de las empresas hoy mencionadas en la causa de los cuadernos apelaron a sus servicios. «¿Cuáles? No sé, me tendría que fijar», indicó. Y hasta confirmó que uno de los mitos alguna vez rodaron por tribunales: él mismo hacía de puño y letra las facturas de su empresa para evitar que pudieran ser manipuladas.

El chofer Oscar Centeno, destructor del buen nombre de muchos empresarios y responsable de las anotaciones que hoy tienen a Cristina Fernández acusada como jefa de una asociación ilícita, registró la letra «»J» y el nombre «Javier» en uno de sus cuadernos al hablar de una visita a la calle Andonaegui durante 2015. Stiuso negó ser el dueño de esa inicial suelta. «El cuaderno decía J. Javier. No decía J. Jaime -se burló-. Además, para esa época estaba en Estados Unidos. ¿Cómo hacían? Me traían la plata acá para después pasarme allá». Cuando Infobae le pidió saber en qué parte estaba, atinó a responder Nueva York y, a regañadientes, aceptó localizarse en Brooklyn. Pero la predisposición también tuvo un límite cuando, ante más precisiones, respondió: «¿ven expedientes y no saben dónde estaba?». No faltó alguna palmada para uno de los periodistas cuando las preguntas comenzaron a profundizarse.

Pero a la inesperada escena con el famoso agente de inteligencia todavía le faltaba algo que quedará, por años, en el anecdotario de tribunales: un joven desconocido irrumpió la improvisada rueda de prensa para «pedir ayuda». Todos –periodistas incluidos- se quedaron en silencio, y fue el abogado Blanco Bermúdez el que tuvo la capacidad de reaccionar y recomendarle ir a una defensoría oficial. Hasta el propio Stiuso, con su desconfianza a cuestas, quedó sorprendido.

Los diez minutos que había dispuesto el tribunal para resolver la contienda inicial estaban llegando a su fin. «La última: quién mató a Nisman», alcanzó a preguntarle Infobae. «No sé quién lo mató», respondió el espía, sin que nadie le creyera, y enfiló para la sala de audiencias.

 

FUENTE: INFOBAE