El incendio en la catedral de Notre Dame de París, uno de los edificios icónicos de la historia de la humanidad, impactó de lleno a lo largo y ancho del planeta. Las llamas generaron pérdidas patrimoniales invaluables. Como suele ocurrir, las repercusiones se trasladaron a las redes sociales. Así, la polémica se apoderó de Twitter a partir del uso de la frase «la única iglesia que ilumina es la que arde» por parte de varios usuarios.
El desastre provocado por el fuego devino en el eterno debate en torno a la institución de la Iglesia Católica. En ese sentido, hubo quienes rozaron el festejo por lo sucedido, escudados en la controversial frase citada, a lo que otros respondieron con indignación, enfatizando el valor arquitectónico del edificio.
Gran momento para recordar que la única iglesia que ilumina es la que arde. pic.twitter.com/HX0EXWFNIz
— Sei (@muypanc) April 15, 2019
Que celebréis el incendio de una impresionante obra de arte como Notre Dame porque "la única iglesia que ilumina es lo que arde" dice mucho más de vuestra ignorancia que de vuestras creencias.
— Thayssa 🐾 (@ThayssaOW) April 15, 2019
A ver, los que están soltando ahora lo de "la única iglesia que ilumina es la que arde" que vayan pasando por secretaría a recoger su carnet de gilip*llas, que ya están plastificados.
— Tenshi 天使 (@angel_bellan) April 15, 2019
Si si, yo sé que el patrimonio histórico y toda la sarasa de la iglesia, pero lo decimos mucho: la única iglesia que ilumina es la que arde. Acá tenés tu alta llama parís.
— La mala pécora (@LanoviadeSandro) April 15, 2019
https://twitter.com/notfefa/status/1117903047101837314
https://twitter.com/NinfaOtein/status/1117857017614323712
Sin embargo, un usuario explicó que las palabras no deben tomarse de manera literal sino por sus tintes ideológicos. «La única iglesia que ilumina es la que arde se refiere a la organización, no al edificio histórico», escribió y su tweet se viralizó rápidamente. Muchos otros esgrimieron el mismo argumento.
https://twitter.com/Wolf_Communist/status/1117854489443217410
El origen de la polémica frase se remonta a la Guerra Civil Española. El autor habría sido un revolucionario anarquista, Buenaventura Durruti, aunque hay disidencias al respecto. Algunos historiadores sostienen que pertenece al pensador ruso Piotr Kropotkin.