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viernes 19 de abril del 2024

La última chance

Por Ramiro Superti

El 22 de junio pasado estalló una «bomba» deportiva y mediática que tuvo como epicentro Núñez y una inmediata réplica en Arroyito: Javier Pinola dejaba Central para ser jugador de River. Rápidamente hubo consecuencias en todos los estamentos del club (plantel, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas), quienes se mostraron sorprendidos y decepcionados por la forma en que se fue el defensor.

Una vez asimilado el golpe, se llegó a la lógica conclusión de que ese lugar vacante tenía que ser cubierto por un refuerzo de jerarquía. De esa manera el Canalla arrancó el mercado, sin ocultar que la prioridad para Montero era encontrar ese famoso «central zurdo». Pasaron 55 días y no llegó nadie que ocupe ese puesto.

El reconto de las gestiones y tratativas truncas es de público conocimiento por todos en Rosario. Cada hincha de Central que pregunta «¿quién va a jugar de 6?», sabe con anticipación que los dirigentes no pudieron cerrar a Tesillo, Caruzzo, Galván, Freire o Forlín. A esta altura, la jerarquía pretendida en primera instancia fue desplazada a un segundo plano, producto de la necesidad apremiante.

El contexto actual entrega, a 10 días del comienzo del campeonato, una situación preocupante. Hoy el compañero de Leguizamón en la zaga es Mauricio Martínez, volante central devenido en defensor. La alternativa es Renzo Alfani, titular en Copa Santa Fe pero que no se encuentra en la consideración del entrenador. Un improvisado en el puesto o un juvenil que no convence al técnico, esas son las opciones para liderar una defensa que quedó acéfala hace 7 semanas atrás.

Queda en evidencia que Central cometió serios errores de planificación y estrategia, impulsados por dirigentes que no estuvieron capacitados o se mostraron inocentes al momento de negociar. Perdió tiempo en varias gestiones que no prosperaron, encaró otras de forma deficitaria o directamente se estancó / encaprichó en nombres que siempre fueron imposibles. Con falta de lucidez y pragmatismo para moverse en un mercado tan competitivo, tampoco tuvo ingenio o creatividad para buscar variantes. No se puede admitir la idea de que hay pocos jugadores que reúnan las características buscadas. Esa explicación no sólo es simplista sino que directamente es una falsedad.

Para otorgarle un marco aún más significativo a la situación, hay que destacar que en este mercado, por primera vez en la gestión Broglia, Central tuvo un director deportivo (manager): Mauro «Colo» Cetto. Es decir, se contrató a una persona para lograr mayor eficiencia en el mercado y los resultados están a la vista.

Si bien se invirtieron sumas importantes (más de 6 millones de dólares) y algunos nombres que arribaron hasta el momento pueden ser prometedores, fundamentalmente Zampedri y Gil, la crítica apunta hacia otro lado. Nadie discute las condiciones o características de los refuerzos. Lo que se pone en tela de juicio es lo que no se hizo, que justamente era lo más importante, lo prioritario. A fines de junio nadie en el mundo Central concebía la idea de empezar la Superliga sin contratar antes a un defensor de jerarquía. Ahora, se pretende instalar la sensación de que el club no puede «traer por traer».

Durante las últimas semanas, mientras se caían y frustraban las gestiones realizadas, se brindaron desde la C.D. un sinfín de argumentos para justificar la demora o hasta ausencia del defensor central. A esta altura, el más preocupado seguramente será Paolo Montero, quien en reiteradas ocasiones y de forma pública pidió por ese refuerzo. Faltan 9 días para que vuelva el fútbol y su defensa está sin armar. Ya no quedan excusas y el margen de error es casi inexistente. Sin embargo, todavía hay tiempo, mínimo por cierto, para que los dirigentes traten de meter un pleno sobre la hora. Sólo tienen una ficha, la bola está girando y desde lejos ya se escuchó el característico «no va más».