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sábado 20 de abril del 2024

La producción agroalimentaria argentina ante un nuevo paradigma

Por: Fernando Corral 

A fines de la década de 1980, la producción agrícola de nuestro país experimentó una revolución. A la “labranza tradicional”, que ya presentaba problemas de erosión del suelo, exceso de laboreo, etc., se le impuso un nuevo modelo de la mano de la técnica inicialmente llamada “Labranza Cero” que después derivó en la “Siembra Directa”. En la actualidad, cerca del 98 por ciento de las producciones agrícolas de nuestra zona “Núcleo” están siendo trabajadas bajo esta modalidad. Su técnica agronómica se basa en el llamado “Paquete Tecnológico” o “Paquete de Insumos” que combina la aplicación de tecnologías de la siembra directa con fertilización química y biológica sumado al uso de químicos (herbicidas, insecticidas y fungicidas) y semillas genéticamente modificadas (OGM).

Si bien la siembra directa consiste en una metodología de avanzada, el abuso en el empleo de esos componentes, muchas veces apartándose de lo técnicamente correcto, derivó en consecuencias negativas ya para las personas que consumen estos productos (alimentos), ya para las que viven en zonas expuestas a esos excesos (pulverizaciones con químicos, etc.), etc.

La deforestación de bosques, especialmente nativos, para incorporarlos a la producción agrícola, los efectos del Cambio Climático, la indiferencia ante las “cuencas acuíferas”, etc. suman elementos negativos al resultado final.

También la producción pecuaria se vio envuelta en estos cambios, pasando de la tradicional explotación “Mixta” (producción agrícola con rotación con ganadería bovina y ovina) a 100% agrícola, incluso agravada con el monocultivo de Soja.

Todo esto ha puesto sobre la mesa la necesidad de mejorar o cambiar este “modelo industrial” de producción por otras alternativas.

A las cuestiones técnicas se le suman algunos aspectos sociales, tales como la atomización de las propiedades a veces por debajo de la Unidad Económica, la migración de la población rural (especialmente de los más jóvenes) a centros urbanos, la derivación de los trabajos de producción desde los propietarios hacia los “contratistas rurales”, etc.

Sin embargo, y como aspectos positivos, ha surgido una concientización del uso sostenible de los recursos naturales, de mayor atención al complejo suelo-agua-aire, desarrollo de fuentes de energía renovables como derivados de los sistemas productivos, etc.  

Como alternativas al modelo vigente, se presenta como primera instancia recurrir a un mayor cuidado en la aplicación de las técnicas productivas actuales, a través de las “Buenas Prácticas”. Es así como se desarrollan campañas en cada eslabón de la “cadena agroalimentaria”, midiendo las consecuencias de cada caso.

Algunos sectores suscriben a la eliminación total del uso de químicos de síntesis, produciendo exclusivamente con elementos de origen natural (semillas genéticamente inalteradas, controles biológicos de enfermedades y plagas, técnicas agronómicas de combinación de cultivos, producción mixta agrícola y ganadera, etc.) que denominamos “producción orgánica”.  

Por cuestiones técnicas y económicas (no debemos desconocer el peso que el sector agroalimentario tiene en la economía de nuestro país) se comenzó un camino de transición llamado “Agroecología”.  Esta se adecua a producciones tanto intensivas (huerta, frutales, florales, etc.) cuanto extensivas (cereales y oleaginosas en grandes superficies). Se incluye también en este cambio, el retorno a la rotación de producción agrícola con ganadería, esta última con modernos conceptos de alimentación, salud y confort animal, etc.

La Agroecología se presenta como un modelo alternativo más profundo que lo estrictamente técnico, ya que quienes lo sostienen y difunden incluyen aspectos sociales, éticos, etc. ¿Será éste el nuevo paradigma productivo agroalimentario?

Equipo SumaRSE

Fernando H. Corral

Ingeniero Agrónomo – MP 82-2-1400