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jueves 25 de abril del 2024

La primera testigo del juicio por Salta 2141 apuntó contra el consorcio: “Me recriminaron que llamé a Litoral Gas”

Por Ignacio Pellizzón

Mariela Bosso tenía 37 años cuando sucedió la tragedia de Salta 2141. Ella vivía en el piso 9 departamento “F”, de la torre que se cayó tras la explosión. Aquel 6 de agosto se encontraba trabajando en Telecom, donde aún hoy sigue entrando a las 8.30 de la mañana. Fue una amiga que estaba en la esquina que le contó lo que había pasado, porque sabía que Mariela vivía ahí y quería saber cómo estaba.

El caso de Bosso es pensado como la génesis de la tragedia. Ella fue la que se comunicó con Litoral Gas casi dos semanas antes del siniestro para advertir problemas con el suministro del servicio. A raíz de su preocupación, la empresa tomó la decisión de cortar el gas porque “habían detectado una fuga”, indicó Mariela en el juicio, siendo la primera testigo en brindar su versión de los 136 que declararán en total a lo largo de casi dos meses.

Según relató, la situación se dio de la siguiente manera: “Yo el 24 de Julio llamé a Litoral Gas por problemas en mi departamento con los artefactos de gas. Hacía semanas que tenía inconvenientes, sobre todo cuando hacía más frío. Por las noches el calefactor se apagaba y las hornallas se entrecortaban, como si les faltara presión. Por eso decidí esa noche llamar a Litoral Gas, donde me informaron que era el único reclamo que había al respecto y que se volverían a comunicar”.

Al día siguiente, continuó Mariela, al regresar de su trabajo a las seis y media de la tarde se encuentra con un cartel en el ascensor que avisaba que el gas estaba “cortado”. Esto motivó a que decidiera llamar a la empresa para que le explicaran lo que había sucedido. En ese momento, le notifican que se había detectado “una fuga de gas” en el regulador que había en la entrada del edificio y que por eso se había actuado de esa manera.

¿Teléfono descompuesto?

Desde ahora, el relato de la testigo comienza a apuntar directamente hacia el consorcio del edificio. “Todos me acusaron a mí de ser la responsable de que haya cortado el gas”, cuando en realidad “tergiversaron todo”, porque yo quería que “arreglaran mi problema en mi departamento”. Incluso, “volví a llamar a Litoral Gas y me dijeron que con la fuga de gas podía explotar el edificio” y que por eso tomaron esa decisión.

Frente a la pregunta de Mariela Bosso sobre qué pasos había que dar para que se reestablezca el servicio, le dijeron que como el problema estaba en el regulador de la entrada al edificio, el consorcio debía “llamar a un gasista matriculado para que lo solucione”, luego llamar para “pasarles el número de matriculado”, de modo que la empresa pueda verificar que todo estaba en orden y, así, habilitar el servicio, es decir, que “ellos iban a chequear el regulador, me dejaron en claro eso”, contó la testigo.

Al cortar la comunicación, Mariela decide ir a comentarle lo hablado a “la vecina Laura del piso 9, que era propietaria y había distorsionado en parte lo que había sucedió”. Por eso, “le intento explicar la situación, pero ella me dice: ‘no ves que ahora no nos habilitan más el gas porque el edificio no está en condiciones; yo tengo un departamento que se cortó el gas hace un mes y me hicieron poner la ventilación y control de artefactos’”.

Una reparación, a medias…

Como el consorcio del edificio no encontraba los repuestos para la solución definitiva del inconveniente con el regulador de la entrada del edificio, según relató Bosso, decidieron hacer una “reparación”. Esto derivó en que la testigo haya tomado la iniciativa de dejar en el ascensor una carta explicando toda la situación y advirtiendo que Litoral Gas debía ir a “chequear el arreglo”, añadió.

Los malentendidos entre Mariela y el consorcio prosiguieron al día siguiente. Por teléfono “creo que era Norma, me criticó para qué había llamado a Litoral gas, ya que ahora todos iban a tener que estar en el edificio para que habiliten el servicio; yo le decía que no era así, pero se cortó la llamada y no volví a comunicarme porque no nos entendíamos”, declaró.

Ese mismo día al llegar a su casa alrededor de las 19 horas, Bosso se encontró con el gasista Allala, quien estaba trabajando en el gabinete. Con varios vecinos alrededor, de los cuales “muchos no están hoy lamentablemente”, nos dijo que “si el problema era del medidor tenía que ir solo Litoral Gas y que sólo ellos podían tocarlo”.

Para cerrar, Mariela agregó una frase que supuestamente dijo Allala sobre el estado del gabinete, la cual fue contundente y generó controversia: “El gasista dijo a modo de comentario: ‘está todo atado con alambres’”. Esta última frase que reproduce la testigo fue cuestionada por los abogados defensores quienes al interrogarla lograron hacerla dudar de las palabras utilizadas.

Siguiendo con el relato de lo sucedido, en un clima de enojo entre los vecinos del consorcio y Mariela, quien era inquilina, “me pidieron que me fuera, para que ellos junto con el gasista pudieran hablar con los de la empresa del gas”. Al rato, continúa la testigo, “el servicio había vuelto”. Pero con el correr de los días, ella se dio cuenta que “todos los artefactos funcionaban al mínimo” y que el inconveniente se repetía en todos los departamentos; “era un problema del edificio”, afirmó Bosso.

Finalmente, con un servicio endeble y precario, todos los miembros de Salta 2141 decidieron “cambiar el regulador”. El miércoles 31 de julio “nos pidieron a través de una nota que pusiéramos en condiciones cada inmueble y que coordináramos con un gasista matriculado para controlar los artefactos de gas y ventilaciones que no teníamos”. Se sugería el nombre y teléfono de Carlos García. El objetivo era comprobar que no hubiera pérdida de gas.

A posteriori, se armó una reunión entre los propietarios para establecer los detalles de los arreglos que se harían. Escribieron una nota consensuada para repartir entre todos los vecinos que expresaba que García había sido “el gasista elegido” para cambiar el regulador y que “el departamento en condiciones lo iba a poner solo el que quería”.

De este modo concluyó su versión la primera testigo en declarar en el juicio por la tragedia de Salta 2141 que dejó un saldo de 22 muertos y decenas de heridos.

Las cosas del destino o una concatenación de negligencias generaron que García, ése 6 de agosto de 2011, nunca pudiera subir al noveno piso departamento “F” para poner en condiciones el departamento de Mariela Bosso como habían acordado, sencillamente porque la torre donde estaba ese inmueble se derrumbó como consecuencia de la explosión.