En el living de Raquel, la vista se fija casi obligatoriamente sobre el caballo de calesita de madera-tamaño real- que se ubica a la izquierda del sillón donde está sentada. "Lo hizo el primer calesitero de la ciudad", explica para romper el hielo del diálogo con Rosario Nuestro y cuenta la travesía que emprendió para conseguirlo. El caballo es sólo una de las antigüedades que habitan el departamento. Raquel Madis Chiara nació en Fray Luis Beltrán hace 76 años. Es docente y médica, ahora está jubilada. Y fue la primera mujer que ejerció el cargo de decana en la facultad de medicina de la Universidad Nacional de Rosario durante dos períodos consecutivos (1998-2006).
Raquel habla en un tono entre amoroso y pedagógico. A veces necesita pararse y sentarse cerca del que escucha para graficar sus dichos. Ella cree que todo lo que logró en su carrera lo hizo a fuerza de su prepotencia de trabajo y formación. "Nunca me sentí discriminada por ser mujer. Pero no hay que olvidar que yo era una académica, con un recorrido muy respetado y muy querida por el alumnado. En la Facultad el reconocimiento académico es muy importante", dice, con el balcón que da al río de fondo. Durante su segundo decanato, Raquel impulsó el nuevo plan de estudios que en su momento generó revuelo en distintos sectores. Con el tiempo, muchos vieron desmantelar sus propios prejuicios.
Las resistencias no fueron caprichosas. El novedoso esquema ponía en jaque toda una serie de discursos y saberes antes aparentemente impolutos: cuestionaba la formación del médico tradicional, puramente ligada al aspecto biologicista y proponía una mirada integral del ser humano precisamente y - valga la redundancia-, más humana. El plan de estudios sigue vigente y ya vio egresar a los primeros profesionales con resultados positivos.

"Había que modificar la mirada, ampliarla, romper estructuras de muchos años. Yo tomé como base que todos queríamos a la facultad, cada uno a su manera. Algunos queriendo conservarla intacta y otros deseando una medicina distinta", relata sobre los inicios de lo que que califica como un proceso de transformación. Ese cambio no fue casual. Raquel venía incursionando en el ámbito de la medicina social desde su época estudiantil, algo que "tuvo su costo en la época de la dictadura", cuando recibió amenazas y sufrió la pérdida de varios compañeros de ruta que desparecieron.
"Con mi mamá teníamos un Fiat 600 atado con alambre y nos íbamos a vacunar a las villas", cuenta la mujer que dio sus primeros pasos en la docencia en la cátedra de anatomía patológica como auxiliar de la misma casa de estudios en la que más tarde sería decana. Ya recibida, en su pueblo natal organizó "el sistema de salud de los obreros de todo el cordón industrial. Los obreros son gente muy inteligente. Tienen saber aunque no tengan conocimientos específicos". La docente es precisa y vuelve una y otra vez sobre esa etapa que atesora como entrañable.

Raquel habla de roles de género. Dice, entre algunas risas, que no le gustaría ser hombre por esa imposición cultural de mostrarse aguerrido, "por esa historia de no poder llorar, que viene del hombre primitivo". Sin embargo, advierte también cierta deconstrucción de ese modelo y la aparición de nuevas generaciones y lazos sociales: "Están los millennials, que no quieren ser categorizados por género".
Para la doctora Chiara, que mira a los ojos cuando habla, "el feminismo es uno de los movimientos más importantes en el mundo en este momento porque no tiene pirámide de poder. El poder es una bestia maldita, pero el feminismo es un organismo horizontal. La pirámide está rota ahí. No hay alguien que mande. Y eso lo que garantiza es que mujeres que ni siquiera saben que existe el feminismo se han empoderado en sus derechos".
Hace cinco años que Raquel estudia a Michel Foucault, un autor francés que desgrana la microfísica del poder con especial atención en el disciplinamiento de los cuerpos. Foucault le fascina tanto que un estante prácticamente completo de su biblioteca está destinado a sus libros.
Cuando llega el momento de hablar sobre el debate actual en torno a la despenalización del aborto, se pronuncia a favor y pone el foco precisamente en la "libertad de la mujer de decidir sobre el propio cuerpo". Además, explica que las condiciones de la clandestinidad que llevan a miles de mujeres a la muerte, conforman una problemática social que requiere especial atención por parte del Estado.
La facultad de medicina de la UNR (gracias al mencionado plan de estudios), permitió la incorporación de la primera materia sobre aborto en una universidad del país. Se trata de una asignatura electiva que despertó notable interés por parte de la comunidad educativa. Raquel recuerda que durante su gestión hubo un encuentro en el edificio de Santa Fe y Avenida Francia para abordar la problemática de la mano de referentes como Susana Chiarotti, abogada y militante feminista local.
Alejada de la academia, pero no menos inquieta por sus intereses, Raquel dedica su tiempo al cine -pertenece a varios grupos de estudio-; al placer de entregarse a la música, que escucha a través del tocadiscos que reposa sobre una de las cómodas del living; a la lectura de los cincuenta y cinco libros que tiene de Focault y a un grupo de mujeres que creó junto vecinas de su barrio para acompañarse y contenerse en momentos complicados.
A Raquel le conmueve la fuerza abrazadora de esos encuentros colectivos entre pares. Sobre el final de la charla dice, sin dar muchos detalles que, tiene un proyecto más ambicioso en ese sentido. En la puerta del edificio, saluda y agradece con la calidez del recibimiento y un abrazo un poco más fuerte.