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jueves 25 de abril del 2024

Fuertes críticas a los formadores detrás de la bandera del rugby: «Realmente dejan bastante que desear en cuanto los conceptos»

Gustavo Guelbort, docente de educación física y director de la escuela de fútbol Complejo del Parque, aseveró que "la autocrítica tiene que empezar por ellos".

El crimen de Fernando Báez Sosa, asesinado a golpes por un grupo de diez rugbiers del Club Arsenal Náutico de Zárate, puso nuevamente al deporte en el ojo de la tormenta. Quienes lo defienden aducen a los valores de amistad y camaradería impuestos por la práctica y sostienen que el homicidio del joven bonaerense de 19 años se inscribe en el marco de una sociedad violenta per sé. 

El rugby para ser jugado implica necesariamente una fuerza física superlativa, que, puede, como ocurrió con Fernando, extrapolarse a otros planos. No es la primera vez que parte de un equipo ataca en manada a un muchacho hasta matarlo. Ya ocurrió con Ariel Malvino, muerto en una golpiza en Brasil hace 20 años. Esa fuerza sumada a la problemática del alcohol y la nocturnidad conformaron el combo fatal.

Otro de los puntos que cruza el debate es el rol de los entrenadores, encargados de transmitir los valores tras los cuales los rugbiers suelen escudarse. Sobre esta responsabilidad hizo especial hincapié Gustavo Guelbort, docente de educación física y director de la escuela de fútbol Complejo del Parque, quien se mostró muy crítico con la labor que desempeñan los formadores detrás de la bandera del rugby.

«Son los que arengan y dicen que si nos tocan a uno, nos tocan a todos, que tenemos que estar fuertes, juntos, ser un bloque adentro y afuera. Es histórico. Pasó toda lo vida, siempre lo hicieron ellos desde su prepotencia. Esto se multiplica de generación en generación. Y todo esto se refleja en la sociedad, no tanto con sus pares, pero sí con quienes tienen inferioridad física», aseveró el hombre que lleva más de 30 años educando a niños y niñas que disfrutan pateando una pelota.

En diálogo con RosarioNuestro.com, el director de la escuelita de fútbol, arremetió: «Todas las generaciones han vivido que cuando se encontraba en la noche con grupo de rugbiers tenías que ir para otro lado. La autocrítica tiene que empezar por ellos, por esas personas que forman. Se tienen que sincerar. Como formador de más de 30 años de antigüedad, tengo mis escuelas de fútbol, y puedo decir que el formador para bien o para mal marca. Y a veces uno no se da cuenta. A lo mejor le decís algo a un alumno y lo marcaste para toda la vida. Hay que tener una gran responsabilidad».

Según su mirada, uno de los principales errores de los formadores en el mundo rugby está vinculado a que los valores tienen incidencia solo dentro del campo de juego, pero una vez que el árbitro pita y llega la ducha fría, esas enseñanzas «no se transmiten afuera». «Realmente dejan bastante que desear en cuanto los conceptos y a los que consideran que son graciosas algunas prácticas o actos», señaló Guelbort.

Por último, Gustavo Guelbort asegura que los hechos de violencia se vuelven reincidentes solo en el rugby: «No quiere decir que no haya casos que sucedan en otros deportes pero no pasa de la manera reiterativa, cobarde y mucha veces abusivas de parte de los que forman grupos de rugby».