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jueves 28 de marzo del 2024

Francisco llega a Panamá en plena sacudida por crisis en Venezuela

Mientras el jefe del Vaticano volaba hacia Panamá, el gobierno de Nicolás Maduro rompió relaciones con Estados Unidos tras la decisión de la Casa Blanca de reconocer jefe del Parlamento, el opositor Juan Guaidó, como presidente interino.

Francisco descendió por la escalerilla del avión a las 16H34 (21H34 GMT) en la capital panameña, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se llevará a cabo hasta el domingo.

El pontífice argentino, de 82 años, regresa después de un año a una América Latina sacudida por su mayor ola migratoria -que envuelve especialmente a los jóvenes- y el brusco coletazo de la crisis en el país petrolero.

A raíz de la decisión de Washington de reconocer a Guaidó, se desató una tormenta diplomática en medio de una jornada de manifestaciones en Venezuela.

Un grupo de países de la región, entre ellos Brasil, Colombia, Argentina y Perú, asumieron la misma posición del presidente Donald Trump, mientras México ratificó su reconocimiento del gobierno de Maduro.

Desde que colapsó la economía en 2013 y se agudizó la pugna política, el papa ha evitado chocar de frente con Maduro, pese a que la jerarquía de la iglesia venezolana considera su mandato «ilegítimo y moralmente inaceptable».
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Aun con la tensa situación en Venezuela, la más grave desde las protestas de 2017 que dejaron unos 125 muertos, el viaje de Francisco supone un paréntesis en el torrente de escándalos de abusos sexuales que sacuden la Iglesia católica.

Francisco espera traer un mensaje de alivio a la juventud forzada a migrar por las crisis económicas y políticas. Antes de iniciar su vuelo, el jefe del Vaticano se reunió con ocho jóvenes refugiados.

«Es el miedo lo que nos vuelve locos», comentó Francisco, respondiendo a un periodista que calificó de «locura» la promesa del presidente de Estados Unidos de construir un muro en la frontera con México. Miles de peregrinos, cubiertos de banderas, lo esperan en Ciudad de Panamá.

«Quisiéramos (…) que hubieran más fronteras de amor, de paz, de amistad. El papa Francisco» quiere «que, en lugar de crear muros, abramos caminos», dijo a la AFP Carlos Gil, un joven salvadoreño.

Hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y venezolanos traspasan fronteras a diario en busca de oportunidades. Desde Centroamérica, multitudinarias caravanas que huyen de la violencia de pandillas y los conflictos políticos se dirigen hacia Estados Unidos.

Y los venezolanos escapan de una destructiva crisis económica, con hiperinflación y escasez de alimentos y medicinas.
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El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, también llamó la atención sobre la «nula respuesta» de los gobiernos frente a los problemas sociales que involucran a los jóvenes: «Los lanzan a cifrar sus esperanzas en otros países, exponiéndoles al narcotráfico, la trata humana, la delincuencia y tantos otros males».

Por eso, «anhelamos» que esta visita «sea un bálsamo para la difícil situación con la que conviven» muchos jóvenes, expresó Ulloa ante la multitud en el Campo Santa María la Antigua del paseo marítimo de Ciudad de Panamá.

Pero el mensaje de alivio no será exclusivamente para los jóvenes, sino también para la propia Iglesia.

Francisco regresa a Latinoamérica un año después de su visita a Chile, ensombrecida por protestas y escándalos de abusos sexuales de curas a menores y su encubrimiento por la cúpula eclesiástica.

El tema «genera mucha atención en la Iglesia», recalcó el director de prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, aunque aseguró que el papa «no tiene programado un encuentro con víctimas» de abusos en el istmo.

Durante su estadía, Francisco visitará un centro de detención juvenil y tiene previsto un encuentro con enfermos de sida en un centro de asistencia.
Asimismo, prevé reunir a unos 70 obispos de Centroamérica.

Al menos siete presidentes acudirían el domingo a la última misa del papa en la JMJ: Jimmy Morales (Guatemala), Juan Orlando Hernández (Honduras), Salvador Sánchez Cerén (El Salvador), Carlos Alvarado (Costa Rica), Iván Duque (Colombia) y Marcelo Rebelo de Sousa (Portugal), además del anfitrión Juan Carlos Varela.

Sobresalen las ausencias de Maduro y el mandatarios de Nicaragua, Daniel Ortega.

La misa final se realizará en las afueras de la capital panameña, donde se ha levantado una gigantesca tarima para que a lo largo de casi tres kilómetros los asistentes puedan seguir la intervención del pontífice.

Un gigantesco mural contra la xenofobia y el racismo, en forma de vitral, decorará el altar.