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jueves 28 de marzo del 2024

Estremecedora carta: un rosarino cuenta la odisea de volver a su país en plena pandemia

Matias López, es uno de los tantos argentinos que tenía programada sus vacaciones en marzo.  Con mucho esfuerzo ahorró durante más de un año para poder viajar a Europa. Comparte en exclusiva la odisea de volver a su país.

Matias López, es uno de los tantos argentinos que tenía programadas vacaciones en marzo.  Con mucho esfuerzo ahorró durante más de un año para poder viajar a Europa. Cuando salió del país la pandemia no estaba declarada y cuenta que si cancelaba su viaje perdía todo su dinero. En una estremecedora carta relata cómo sobrellevó diez días, varado en aeropuertos, con cientos de personas, con la incertidumbre de no saber cuándo regresar.

 

»Quiero contar mi historia.

Yo salí de Argentina el 10 de marzo, sabía del virus pero no había forma de reprogramar el viaje ya que todavía no estaba declarada la pandemia. Si cancelábamos, perdíamos todo el dinero que ahorramos con tanto esfuerzo durante más de un año.

Nuestros destinos eran: España, luego Holanda, Edimburgo y por último Londres; todavía no estaba avanzado el virus en aquellas zonas por ello elegimos pasar rápido por España para luego estar más tranquilos y disfrutar. Quienes me conocen saben que pienso las cosas un millón de veces antes de hacerlas, pero decidimos viajar igual.

Al llegar allá, una vez declarada la pandemia, comenzó el operativo retorno y nuestras vacaciones duraron tres días…

Logramos salir rápido de España y mientras la epidemia avanzaba llegamos a Holanda y al día siguiente todo estaba cerrado. De inmediato intentamos conseguir un vuelo directo pero ya no había. Quisimos comprar otro y el límite diario del banco no nos permitía, los vuelos posteriores que teníamos estaban todos cancelados. Las aerolíneas no atendían y cuando lo hacían sólo permitían reprogramar luego del 24 de marzo.

Queríamos  volver. Nos comunicamos con la embajada de Amsterdam en Holanda, nos atendió ‘’Yanina’’, recuerdo su nombre porque si bien no pudo ayudarnos mucho, al menos nos dio un listado de hostels que habían gestionado para que podamos quedarnos esos días.

Conseguimos un vuelo a Edimburgo, que nos llevaría de ahí a Rio de Janeiro haciendo escala en Londres. Era la única puerta abierta al país que nos quedaba.

Después de un viaje interminable llegamos a Rio, era un verdadero desastre, estaba lleno de gente, y después de tanta espera no logramos conseguir un vuelo de regreso.

Tuvimos que buscar un hotel ya que luego de tres días de espera conseguimos un vuelo por Latam, que hacia escala con Chile pero finalmente se suspendió y fue reprogramado un día más. Río ya estaba vacío y era muy peligroso salir del hotel.

Al día siguiente volvemos al aeropuerto y se suspende nuevamente junto a miles de personas en la misma situación.

Tuvimos que comprar otro vuelo a un precio que no quiero recordar y vuelven a reprogramarlo, hasta que finalmente el domingo 22 por la mañana logramos salir de Río pensando se terminaba la odisea, pero no fue así…

Argentina decretó que disminuía la recepción de viajes, éramos entre 700 y 1000 personas varadas.

A diferencia del argentino, el gobierno chileno nos asistiócon camas improvisadad, agua, comida, sin aceptar dinero a cambio.

Recién durante la madrugada, luego de las gestiones de Latam, lograron autorizar el desembarco de dos aviones para la mañana siguiente. Intentamos dormir pero estábamos muy ansiosos, había gente grande asustada, llorando.

Logramos embarcar recién el lunes a las 10 am, cansados, física y mentalmente, tristes, porque realmente nos soltaron la mano, ninguno buscábamos viajar gratis, queríamos comprar un vuelo.

 

La vuelta a Rosario

Al llegar acá cumplimos todos los controles, declaraciones, desinfecciones, pero lo primero nos dijeron fue ‘’para que salieron si sabían del virus’’, le respondimos que no sabíamos de la pandemia, pero no quería discutir más…

Llegue a Rosario gracias a Vantravel, que consiguió permiso para traer gente tomando las medidas y recaudos necesarios de distanciamiento (no nos cobraron un peso). Fuimos a la terminal donde nos examinaron nuevamente, declaramos nuevamente domicilio de cuarentena y finalmente en casa.

En mi relato seguro omití detalles pero quiero destacar algo ante el abandono de quienes nos representan acá: la asistencia recibida por Latam y por Chile, la solidaridad entre tanta gente de todas la provincias, nos acompañamos entre todos, si alguien entraba en desesperación habían cinco personas intentando hablar, otras diez escuchándote, y si alguien no tenía vuelo o embarque éramos cien para dar el asiento.

Fue una experiencia horrenda, con el diario del lunes todos las tenemos clara. Me dolió mucho leer, «que los chetos se queden allá ahora», o ‘’que se jodan por viajar’’.

Pero prefiero quedarme con mis amigos, mis conocidos, mi familia, y esos chetos y boludos que viajamos antes que esto se vaya a la mierda, porque valió la pena conocerla…nos debemos entre todos los que estuvimos ahí, el abrazo que no pudimos darnos.

Finalmente me quedo con la emoción de la jefa de tripulación del vuelo, que se salió del protocolo, totalmente emocionada con el conocimiento de la odisea por habernos podido traer a casa, terminando el comunicado diciéndonos que el vuelo 1105 del 23 de marzo iba a ser de los que más recordaría. Eternamente agradecido a toda esta gente.  Ahora será momento de hacer la cuarentena, cuidarme y cuidar a mi entorno».