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jueves 25 de abril del 2024

La historia de Raquel, la madre solidaria de Rosario

El 28 de junio de 2011 Raquel Buttazzoni dejó este mundo. Estaba limpiando cocina del hogar de madres solteras de calle Córdoba al 3700 que ella misma había fundado en 1987 en una propiedad que le cedió el municipio. Inesperadamente, empezó a sentirse mal, se descompuso y su corazón dejó de latir. Estaba muy estresada y cansada. Un mes atrás en un control de rutina, su médico le había sugerido que se tomara un tiempo y se alejara de sus tareas, pero no siguió las instrucciones. Tenía 75 años. Quince días antes había sido distinguida por el Concejo Municipal como ciudadana ilustre en el Coloso del Parque en un encuentro solidario entre las fundaciones de Maxi Rodríguez y Javier “Pupi” Zanetti.

Es tanto el amor que les dio a las adolescentes que vivieron en su hogar que después de su muerte, una de las chicas que rescató en modo de agradeciendo decidió tatuarse en su espalda una carta que Raquel le había escrito en un momento decisivo de su vida. Esta mujer decía que cuando ya no estuviese, seguiría presente en su trabajo social, y que mientras el hogar siguiera en pie, estaría viva como una luz, alumbrando el camino de quienes continuaran con su tarea solidaria. Aquellas jóvenes que no tenían donde ir con sus hijos pequeños, a las que apañó, arropó y les dio estudios, la recuerdan como una madre de todos, pendiente de cada una de ellas, la mujer que les dio una nueva oportunidad de sentirse útiles y con fortaleza para enfrentar la vida.

Raquel nació en Viale, un pequeño pueblo entrerriano, y recién casada, se radicó en Rosario, tuvo ocho hijos, todos colaboran hoy con el hogar, aunque Blanca Romero Buttazzoni es la que marca la mayor presencia. Es una morocha de gran sonrisa que conserva algunos rasgos de su madre. Su padre, el compañero inquebrantable de Raquel, sigue aun con el comedor de los sin techo, otra de sus iniciativas que perdura.

Blanca reparte su tiempo entre el hogar, el legado y su trabajo. Dice que todo cambió y que las problemáticas actuales son más complejas que cuando se fundó el hogar ya hay casos de violencia y ya no son sólo chicas adolescentes que sentían vergüenza por su embarazo. Ahora, explicó, se convive con la droga y el abandono por parte de la familia, pero en contextos de mayor vulnerabilidad. “Cada mujer necesita de un tiempo especial, espacio, médicos, psicólogos, esparcimiento, reuniones de padres y madres y demás. Cada caso tiene sus particularidades que tratamos de solucionarlas para que la dirección provincial autorice el egreso”, enfatizó.

Cuando Raquel comenzó con su tarea militante, la mujer adolescente embarazada era una deshonra para sus padres. Ella notó la problemática y se ocupó, primero desde su banca en el Concejo (obtenida 1983 hasta 1987 por el Partido Justicialista) y después desde el hogar. Su hija dice que murió como vivió, siempre honestamente y sin lujos.

“Mi mama fue militante justicialista. Evita defendía las banderas de las madres solteras”, cuenta Blanca del otro lado del teléfono. Además, evoca que Raquel fue una mujer aguerrida y de carácter, que “no le tenía miedo a nadie”, dice y reconoce que está feliz por las enseñanzas y el espíritu de lucha por los derechos de la mujer que le inculcó.

Raquel era omnipresente y dejó marcas en muchas personas, dicen quienes la conocieron en profundidad que será muy difícil de olvidar.  “Tantas, pero tantas cosas y muchas más en mis planes, que me hacen repetir que Dios me dio cuerpo de mujer, pero mis acciones me han hecho igual que al más valeroso de los hombres», expresaba Raquel sobre su militancia feminista.

Cuando Raquel plasmó su idea, no había hogares o lugares donde pudieran recurrir las madres solteras para ser asistidas, criar a sus hijos y encontrar la manera de salir adelante sin tener la necesidad de dar en adopción a sus bebés. Con los fines de ayudar a esas mujeres desamparadas, es que empezó con la iniciativa, incluso al principio en el barrio -donde hoy sigue- no fue muy bien recibida. Hubo algunos vecinos algo conservadores que se opusieron, que no lo veían con buenos ojos.

El hogar funcionaba como una familia ampliada, donde se pasaba Navidad, Año Nuevo, Día de la Madre y todos compartían la misma mesa. “Yo me crié ahí”, rememora Blanca que nació en 1979 y transitó su infancia compartiendo juegos con los hijos de las chicas del hogar. “Jugábamos a las cartas, rompíamos las plantas del jardín”, comenta y sonríe. Y queda justificado entonces, ante lo que cuenta Blanca aquello que Raquel decía: «El que no defiende el futuro de los niños, no puede esperar un destino de grandeza».

“Siempre había un proyecto más. Empezó con el hogar, después vino la escuela, vinieron a vivir los hermanos de las chicas para que nos se separen y después el comedor”, cuenta su hija. Raquel siempre estaba generando planes. El comedor de adultos mayores se generó por la necesidad de un grupo de abuelos de la zona de la terminal que no tenían donde ni que comer. De a poco muchos se enteraron. Hoy dan unas 250 raciones de comida diarias y cuentan con un convenio con Nación para brindar un almuerzo a quienes lo necesiten. Algunos hacen uso de los tablones ubicados detrás del hogar y otros retiran el alimento para su familia y siguen su rumbo.

El hogar hoy

El hogar es una ONG con personería jurídica que registrado a nivel provincial y nacional y mantiene un convenio con la Provincia para alojar a madres con niños en situación de vulnerabilidad. Con el cambio de la ley de patronato, empezó a intervenir la Dirección Provincial de Niñez, Adolescencia y Familia. De esta manera, las chicas no pasan más de seis meses a un año. Los niños en edad escolar concurren a una escuela que está a sólo una cuadra del hogar y las chicas van a la secundaria.

Cuenta con 11 plazas y aunque parezca un número pequeño no lo es. Desde la aplicación de la ley de patronato se cerraron las instituciones y comenzó a funcionar el sistema de familias solidarias. En otras épocas, el hogar supo albergar a más de 35 chicas. Esta ley contempla entre otras cosas, no institucionalizar a los niños y que eso sea el último recurso. Es por eso por lo que ahora se valora más un régimen familiar que institucional.

Uno de los fines que persiguen dentro de la institución, es que las chicas terminen sus estudios, por lo que hay profesores que ofrecen clases de apoyo. También en el hogar funciona un aula Radial, que es anexo de la escuela Pestalozzi. “Esto es más que significativo ya que pueden participar con sus bebés sin tener que trasladarse”, comenta Blanca.

Aparte del trabajo en conjunto con provincia, todo el grupo que colabora en el hogar hace lo imposible para que las adolescentes y sus hijos tengan su momento de esparcimiento ya sea en salidas grupales o festejos de cumpleaños. Llevarlos a cabo no resulta sencillo ya que el gasto es solventado con recursos propios. Blanca recuerda que en una ocasión los chicos querían ir a ver a Piñón Fijo, ella se encargó de escribirle y recibió una respuesta casi inmediata. Fueron los invitados especiales de Piñón y en primera fila.

Blanca Romero Butazzoni extiende día a día el designio de amor y solidaridad que dejó su madre. El trabajo de muchos hace que el hogar siga de pie y necesita de la ayuda de toda la comunidad para que la obra continúe. “Me preguntan cómo hago y yo lo único que sé es trabajar, pensar en el otro”, dijo Raquel en una de sus últimas declaraciones, al momento de la distinción en el Concejo a un matutino de la ciudad.

Esta mujer está presente siempre que se la recuerde. Rosario lleva una esquina con su nombre en la plazoleta de Córdoba y Castellanos, el aire de la plaza y los niños que allí juegan son parte de lo que Raquel soñaba. Casi sin saberlo muchos pasan por ese lugar sin ni siquiera notarlo.

Para colaborar

En Córdoba 3744 son siempre bien recibidas las donaciones:  Artículos de limpieza, higiene personal, pañales (medianos y extra grandes), leche maternizada y demás elementos que puedan ser utilizados por las mamás y bebés.