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sábado 20 de abril del 2024

El rugby y sus valores: miradas sobre el estigma en este deporte

La denuncia a dos rugbiers del club Gimnasia y Esgrima de Rosario volvió a poner en escena a los jugadores del deporte y un cuestionamiento: qué pasa con la agresión protagonizada por rugbiers, qué pasa con la violencia física, qué representa este deporte en la sociedad. José Luis Imhoff, ex jugador y director técnico de los Pumas, y Guillermo Cavagnaro, psicólogo deportivo, analizaron la situación en el programa El Puente, por Radio Mitre Rosario. La conclusión es mutua y clara: el deporte no es culpable de lo que hagan quienes lo practican.

Tanto Imhoff como Cavagnaro coincidieron en destacar los valores de cualquier tipo de deporte: el compañerismo, la disciplina y también la autodisciplina. Para los dos está de más decir, o debería estar de más decir, que ningún deporte ni club imparte los valores de entrar a las piñas o salir a las piñas o contestar con piñas. Pero con el rugby se repite y es necesario recordar eso mismo: el rugby no es el rugbier ni el grupo de rugbiers ni lo que lo sociedad hizo de los clubes y quienes lo practican. El desafío para el deporte es romper ese estigma de que es un espacio que genera violencia y violentos.

«El rugby no tiene nada que ver. Son los que lo practican»

«Desconozco la circunstancia de la reacción, pero lo que sí puedo decir es que el rugby es todo lo contrario: es duro adentro y blando afuera, es decir, con las relaciones afectivas, entre compañeros y entre adversarios; también es de mucho respeto a las autoridades», puntalizó José Luis Imhoff, ex jugador de los Pumas y director técnico. «El rugby no tiene nada que ver, son los que lo practican».

Imhoff conoce las canchas, los clubes, los vestuarios, las intimidades de la vida de un rugbier. Y lo primero que remarca es la intensidad del deporte, el requerimiento de una gran preparación física y del entrenamiento, y, además, el contacto permanente. «El contacto no le molesta a la persona que juega al rugby», remarca. Y continúa: «Pero además, al ser un deporte tan intenso y de tanto contacto, el rugby es fundamentalmente disciplina. Sino, no se podría estar adentro de la cancha. Eso es lo que el rugby promueve: la autodisciplina, el juego leal dentro y fuera de la cancha».

Para el referente, la clave, la perspectiva es otra, más simple: la gente que golpea necesita más educación. «El rugbier no es un arma asesina. Yo creo que si el jugador es cada vez más fuerte, debe exigírsele más educación para que tengan más control sobre sus cuerpos y lo que pueden hacer. La agresividad descontrolada no tiene que ver con el deporte, porque si algo tiene este deporte es disciplina y autodisciplina. Pero además, el rugby pone de manifiesto inmediatamente al que no puede controlarse. En cualquier partido y hasta en una práctica. Es todo un concepto educativo y de asumir responsabilidades. En el rugby, quien comete una infracción a las reglas de juego limpio sabe que es estrictamente penalizado y tendrá que aprender o dejar de jugar».

«Hay que separar los hechos de violencia del deporte propiamente dicho»

El psicólogo deportivo Guillermo Cavagnaro analiza la situación de una manera similar y simple: «El problema es la persona, no el deporte». Cavagnaro hace hincapié también en que el rugby es un deporte con niveles de agresividad muy altos, tanto en su competencia como en el entrenamiento. «Los chicos que hacen rugby se van formando con estos niveles de agresividad necesarios para el deporte. Esto, sin embargo, hay que aislarlo, porque sino se estigmatiza una actividad deportiva muy noble, que rescata permanentemente valores y que siempre transmite cosas más positivas que negativas».

Para Cavagnaro la clave es entender que «los golpeadores» son personas «un tanto débil emocionalmente o cognitivamente». «Y no han podido captar o reflejar los valores que la sociedad y todo club debe inculcar a sus jugadores, y han tenido un escape de agresión importante que judicial y penalmente están bajo mirada». Para el psicólogo, lo importante es poner el foco en que los jugadores «deben desarrollar controles emocionales en situaciones que otros responderían de otra manera». «Ellos deberían tener mayor autocontrol», puntualizó.

También remarcó la importancia de que tanto la institución ahora involucrada como el rugby en general tomen nota de estos hechos. «Es necesario que tomen barreras de prevención y poder trasmitir valor del rugby; sino, son los valores que quedan ligados a instituciones. Por eso hay que separar los hechos de violencia del deporte propiamente dicho. El club debe tomar nota y trabajar en la prevención para que no pase más».

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