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jueves 28 de marzo del 2024

Doble moral y karma express

A los dirigentes de Central les tocó sufrirlo en carne propia en dos ocasiones. Primero con Marcelo Larrondo y, un año después, fue el turno de Javier Pinola. Ambos pases tuvieron varios puntos en común: contratos con cláusula de rescisión, jugadores importantes que habían estado varios meses lesionados y, fundamentalmente, la sorpresa y la rapidez con la que actuaron todos los protagonistas.

De un día para otro, Larrondo y Pinola dejaron Central para vestir los colores de River. Legalmente amparados, los jugadores no cuidaron las formas y marcaron precedentes en el fútbol local. Mientras los directivos canallas emitieron comunicados y declaraciones subidas de tono, desde Núñez se abocaron a defender los derechos de los futbolistas y el «libre comercio» deportivo.

El 13 de julio del 2016, el presidente de River Rodolfo D’Onofrio dejó bien clara su postura: «Escuché por ahí lo de los códigos y voy a aclarar algo: River no tiene códigos. ¿Tenerlos es ponerse de acuerdo los clubes para quitarle la libertad al jugador para que utilice su cláusula? Jamás River va a entrar en eso y los jugadores tienen libertad absoluta«.

Un año y un mes después, D’Onofrio y su cúpula directiva sufren una situación igual pero desde la vereda de enfrente. Ahora es River el que pierde un jugador por la cláusula de rescisión, con un modus operandi igual al de los casos anteriores. De un día para otro Alario, figura del plantel de Gallardo, se «transformó» y decidió hacer todo lo posible para dejar el club. Declaraciones públicas sin cassette, revisión médica entre las sombras y hasta una foto posando con su nueva camiseta, frases y actos que no admiten otra interpretación posible.

En este nuevo contexto, no por el escenario en sí que ya era conocido sino por el lugar que ocupa, D’Onofrio y compañía protestaron, amenazaron y trataron de utilizar todos los recursos y armas posibles. Lo que antes era permitido e ingresaba en el marco de la «libertad de los jugadores», ahora es inadmisible y repudiable. Un doble discurso, una doble moral en la cual primero se destacaba la ausencia de códigos y ahora se los reclama.

Párrafo aparte merecen los medios de comunicación y operadores de prensa porteños, que bailaron (y bailan) al ritmo que marcan los dirigentes millonarios. Al igual que D’Onofrio, se dieron vuelta y pasaron a criticar lo que antes fue avalado. A pesar de la distancia, se ven claramente los hilos de las marionetas, mucho más cuando se ejecutan movimientos bruscos y poco cuidados.

Larrondo, Pinola y Alario dejaron sus clubes haciendo uso (y en todos sus derechos) de cláusulas legales estipuladas en sus contratos y aceptadas por los clubes. Las formas no fueron las correctas, pero los tres, en diferentes momentos, tomaron una decisión. Ahora River, «cómplice» en las primeras salidas, quiere ser «víctima» en este último y millonario caso. Todo vuelve en el fútbol y en la vida, a veces más rápido de lo imaginado.