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viernes 19 de abril del 2024

De mal gusto

El Presupuesto 2019 ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados y a nadie le gusta. Los opositores dicen que es un ajuste brutal del Estado y que va a traer más hambre y pobreza, mientras que desde el oficialismo creen que es el mal necesario para después volver a crecer. Guácala.

No le gusta a nadie. En la Casa Rosada, los funcionarios discutieron mucho cómo abordar los desfasajes entre los ingresos y los egresos que tiene el Estado Nacional. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pone como condición el déficit 0 para seguir adelante con el sistema de préstamos de dólares para afrontar pagos de viejas deudas que vencen y poder tapar huecos del presente.

Esto hizo que adentro de Cambiemos haya chisporrotazos y hasta generó el aislamiento de Olivos de Elisa Carrió. No solamente por el pedido de juicio político al Ministro de Justicia Germán Garavano, sino que las diferencias también son sobre el plan económico de Nicolás Dujovne que avala el presidente Mauricio Macri.

También el radicalismo se ve preocupado por el futuro financiero del país, ya que no ve con buenos ojos que el FMI intervenga la economía. Tampoco encuentra espacios de decisión dentro del gobierno y es por eso que se agrava la relación, aunque desde la presidencia de la UCR del gobernador mendocino Cornejo se muestran señales de apoyo. Ernesto Sanz sonó para reemplazar a Garavano en aquel fin de semana en que tambaleó la gobernabilidad y se tomaron decisiones fuertes.

El presupuesto salió con media sanción gracias a los diputados del peronismo que comandan los gobernadores, que acompañaron el texto enviado desde las oficinas de Dujovne, aunque le pusieron énfasis en algunas modificaciones. Así, Cambiemos logró los votos que necesitaba y de nada le importó que el massismo o el kirchnerismo elijan no aprobarlo en diputados.

Los sectores retractores de la ley madre expresan que hay recortes injustificables en educación, en salud y en ciencia, además de un recorte del gasto en general insostenible en el tiempo. Sostienen que va a generar más recesión económica y crisis social, y que no pueden aceptar que el FMI disponga de la voluntad de los gobernantes para prestar plata.

Inclusive desde Cambiemos saben que puede generar complicaciones en materia social, pero dicen estar entre la espada y la pared. Si no acuerdan con el FMI se entra en default, cosa que perjudicaría bruscamente a las arcas nacionales y generaría una debacle de gobernabilidad. Y a su vez, que no se puede seguir gastando más de lo que entra porque eso es lo que nos llevó a este presente de terapia intensiva.

No le gusta a nadie, como les decía. Habrá que ver si la receta del Fondo esta vez funciona, y confiar en la muñeca del Presidente para entender los humores sociales y los momentos de pegar volantazos. Si todo sale como esperan desde la Rosada, en marzo se van a ver los primeros repuntes de la economía y eso puede ser positivo de cara al futuro.

Es raro que en un año electoral se piense en un ajuste brutal de 600.000 millones de pesos. Pero Macri tiene las orejeras puestas –como dicen en la jerga de los burros- y su único objetivo es acomodar las arcas del Estado Nacional. La gente, igual, elige en octubre del 2019.