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miercoles 24 de abril del 2024

Cómo está Benjamín Biñale, el nene rosarino al que una bala perdida le cambió la vida

Mientras esperaba para jugar un partido de fútbol fue alcanzado por un proyectil en el predio del Club Paulo VI. Lo intervinieron en tres oportunidades, la última en 2021. Hoy, con 11 años sigue peleando por sus sueños.

Por Nicolás Menna Lambertucci

La violencia en Rosario y la consecuente proliferación de armas en manos de delincuentes exhibe su peor cara cuando entre las víctimas que se contabilizan día a día aparecen niños y niñas. Uno de los casos más resonantes de los últimos años fue el de Benjamín Biñale, a quien una bala perdida le cambió la vida a los 8 años, mientras hacía lo que más le apasiona: jugar al fútbol.

El chiquito, categoría 2011 del Club 7 de Setiembre, realizaba movimientos precompetitivos en Garzón y Seguí cuando se desplomó y su cabeza empezó a sangrar. Si bien esa tarde de agosto se escucharon tiros en la zona, nadie imaginó lo que pasaría instantes después.

“Nosotros fuimos citados a las 13.30, tipo 14 estaban precalentando porque jugaban 14.30. Estábamos a una media cuadra, en la entrada del predio del Club Paulo VI, y ellos en la última cancha. Viene corriendo un compañerito a decirnos que Benja se había caído y estaba sangrando, nada más. Cuando llegamos el profe lo tenía en brazos y nos dijo lo mismo, que estaba precalentando y se había caído de repente. Hasta ahí creíamos que se había golpeado y desmayado, nunca que podía haber sido algo tan grave”, relató a Rosario Nuestro, Soledad, la mamá de Benjamín.

En ese momento, con el aviso del club que alertaba que la ambulancia no iba a ir al lugar, decidieron cargarlo en un auto y llevarlo al Hospital de Niños Víctor J. Vilela.

Soledad recordó el desconcierto de esos primeros minutos en la dependencia de salud. “Llegamos con el mismo panorama que teníamos, que iba corriendo y se cayó. Pero a los médicos le extrañaban los dolores que Benja tenía, porque él se dormitaba mucho, hablaba, respondía, pero se volvía a dormir, y no se relacionaba con una simple caída».

“Entonces -continuó-, decidieron hacer una tomografía, sin pensar que podía ser producto de una bala perdida, sino por temas neurológicos. Después del estudio, los médicos me dijeron ‘este chico no tiene ningún golpe en la cabeza, y no se desmayó por un dolor, sino que tiene un proyectil alojado en la cabeza’”.

La sorpresa y el estupor invadieron a toda la familia que no podía entender lo que sucedía. La situación les heló la sangre. Algunos no pudieron evitar la referencia a noviembre de 2018, cuando un nene de 14 años murió tras recibir un impacto de una bala perdida mientras miraba cómo jugaban un partido sus hermanos en una canchita de Garibaldi y Pueyrredón.

Muchas dudas y una certeza

La hipótesis de que el disparo que recibió Benjamín fue efectuado por hinchas de Newell’s en la previa del partido con Unión de Santa Fe, no pudo ser comprobada. De igual modo, en los muros y carteles perimetrales del predio del club Pablo VI no se relevaron orificios de proyectiles que dieran cuenta de una agresión directa u horizontal. Se especula que la bala partió desde 300 a 400 metros a la redonda.

“No supimos nunca más nada, no sabemos si se siguió investigando. Nosotros estuvimos metidos en la recuperación de él. Es más, creo que todavía no lo asimilamos, porque Benja está muy bien y no necesita controles”, señaló Soledad.

Pero de lo que sí tiene una total convicción es que el caso de su hijo es un verdadero milagro: “Después, hablando con los médicos y los policías que vinieron a tomarnos declaraciones, nos decían que el desenlace más probable para Benjamín era la muerte, ya que el 80% de las personas con un impacto de bala perdida mueren, el 19% queda con secuelas y el 1% se puede llegar a salvar. Ahí no tuvimos otra sensación más que agradecer a los médicos por lo que hicieron en ese momento”.

Un león que le sigue dando pelea a la vida

Cobijado por su familia y amigos, Benja sigue adelante, después de ser operado en tres oportunidades, la última el año pasado.

“Durante los primeros seis meses él estuvo sin hueso en la cabeza, porque para salvarle la vida le hicieron una craneotomía, que consistió en quitarle el hueso para que el cerebro pueda expandirse por la inflamación producto del impacto. Los cuidados eran a mil, porque no lo dejábamos ir afuera por miedo que se le caiga una estrella, sentíamos que era tanta la mala suerte que le podía pasar cualquier cosa. Así que estuvimos seis meses prácticamente encerrados”, sostuvo su madre.

No obstante, a esa cuota de ‘mala suerte’ a la que alude se sumó que en los primeros seis meses de 2019, la policía secuestró en procedimientos de calle, 662 armas. El dato llamativo es que el 20 por ciento de las personas por el delito específico de abuso de armas, tenían entre 14 y 17 años.

“A Benja lo operaron para coserle el hueso en la cabeza, pero no fue exitoso. Le hicieron un estudio y determinó que el huesito se había reducido en un 30 por ciento su tamaño, y tenían que volver a operarlo, porque el hueso no tenía vida y con el tiempo se iba a quedar sin esa cobertura en la cabeza», rememoró Soledad.

A continuación, agregó: “Decidieron ponerle titanio, que es lo que tiene ahora. Pero por la pandemia, suspendieron la cirugía dos veces, tenían todo desbordado por los casos de covid en el Hospital Español, donde le hicieron la última cirugía, y por preservar la salud de él para que no se contagie nada porque era una cirugía grande, decidieron posponerla. La última intervención fue en septiembre de 2021, y en septiembre de este año va a tener el primer control anual, porque si bien él tiene controles periódicos con los neurocirujanos, es ‘por fuera’, cómo está él, cómo se siente y recién al año es el control con tomografía”.

La alegría de todos

Luego de esas tres intervenciones, hoy con 11 años, en palabras de su mamá, “Benja está súper bien. Paradójicamente la pandemia ayudó por el hecho de poder estar más con él, en la escuela le tuvieron una consideración terrible. Yo pensaba que estaba súper atrasado, por la pandemia y por las cirugías, ya que un mes antes no podía ir a la escuela, y cuando llega la última semana nos decían que estaba todo suspendido, por eso perdió un montonazo. Pero para las docentes, están todos los chicos al mismo nivel que él”, remarcó Soledad.

“Hace vida normal menos deporte de impacto, al menos hasta el primer control anual. Después, lo que el médico nos decía era que pasa por lo que nosotros decidamos. Él va a correr riesgo toda su vida, no solamente en el fútbol, en cualquier situación que su cabeza pueda sufrir un impacto, puede llegar a abollarse. El titanio no es tan fuerte como nuestro hueso, por eso va a tener un cuidado de por vida, porque un fuerte golpe lo puede llegar a abollar”.

En primera persona

“En la recuperación me visitaron Maxi Rodríguez, el “Colo” Gil, y eso me ayudó a sentirme más fuerte”, comentó Benja a Rosario Nuestro. Y señaló: “Me gusta ir a la escuela, me siento bien”.

Benjamín Biñale, el nene voz dulce que mantuvo en vilo a los rosarinos, tiene un gran sueño: “Tengo ganas de volver a fútbol”. Ganas que contagian y que invitan a ver la vida con sus ojos.