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jueves 25 de abril del 2024

¡ALERTA!

El abogado y periodista atendió el celular de mala gana. Tomaba un café con un amigo en Augustus y lamentó la interrupción. Estaban hablando de fútbol y en Rosario, el fútbol es sagrado. 

– ¿Quien habla?, preguntó, mientras, con la mano, le pedía disculpas por la interrupción al compañero de mesa.

– Soy yo Negrito, ¿me podes escuchar un segundo?

Rápidamente reconoció la voz de un concejal de la ciudad, conocido por su carácter combativo y, moviendo la cabeza, respondió: .- Dale, te escucho.

– Mirá tordo, no aguanto más. Estos tipos, los meteorólogos, me están volviendo loco. Desde que descubrieron que cada vez que anuncian !Alerta! asustan a todos, no paran. Conozco gente que guarda el auto bajo techo. Otros cierran puertas y ventanas. Les prohíben a sus hijos que salgan de su casa. Les avisan a los parientes que vienen «tormentas severas». Las abuelas rezan el rosario y le piden a Santa Bárbara para que los rayos no caigan. No podemos seguir así Marcelito!. Me tenés que acompañar. Ayúdame a denunciar a estos impostores.

El abogado lo escuchó y recordó a la chica que había visto en televisión que, al mediodía, con cara de experta sentenciaba: «Ojo con las tormentas en el sur de Santa Fe, se anuncian abundantes lluvias, vientos huracanados y ocasional caída de granizo. No salgan de sus casas!!» 

Y también recordó que hacía siete años que decían lo mismo, y nunca sucedía. Y que un boludo había matado a un chico tratando de meter un auto bajo techo, en una vereda. Y que muchos suspendieron fiestas y actos por estos pronósticos. Y que cada día estábamos más cerca de los indios Pampas, que creían que cuando había rayos y truenos, las divinidades estaban discutiendo, y se escondían.

Pensó un instante y le contestó: .- Vení al estudio esta tarde. Vamos a hacer una presentación por la ley 10.000, de intereses difusos. Alguien los tiene que parar. Tiene que haber un juez que comprenda que la gente sufre.

Mientras tanto, en algún lugar de la ciudad, los Cazadores de Tormentas, comentaban orgullosos sus últimos «pronósticos» y preparaban el último parte de prensa.